La escena comenzó como una persecución convencional. Eran las 11.35 de la mañana del 9 de agosto, cuando un conductor cruzó a toda velocidad, a pesar del semáforo rojo, y un policía del distrito de Kalamazoo, Michigan, comenzó a seguirlo.
Pero rápidamente se transformó en algo muy distinto. Cuando el vehículo se detuvo, el oficial Jason Gates se acercó y se encontró con una mujer que no podía respirar porque tenía algo atragantado.
“¿Se está ahogando?”, le preguntó Gates.
Al ver que la única respuesta que recibía era una tos desesperada, comenzó a golpearle la espalda con la palma. Pero tampoco dio resultado.
Entonces, la ayudó a salir del vehículo, se puso detrás de ella y la apretó muy fuerte contra sí mismo para hacerla expulsar el pedazo de sándwich que tenía atorado en la garganta. Luego de tres intentos, la mujer lo escupió y pudo volver a respirar.
Entre angustiada y emocionada, no podía contener su llanto y abrazó a Gates para agradecerle por haberla salvado. Luego regresó a su asiento, pero sin dejar de llorar.
Todo quedó registrado por la cámara ubicada en el móvil policial.
“Hice el trabajo por el que me pagan. Me alegro de haber podido estar ahí para ayudarla”, contó el policía.
“No me esperaba el abrazo. Se sentía aliviada”, agregó.