“A este país se lo llevó quien lo trajo”, fueron las palabras que ofreció el joven detrás del mostrador del Departamento de Archivo de la Oficina Administrativa del Cementerio General del Sur a una familia que reclamaba la profanación de la fosa en la que reposaban los restos de sus parientes desde hace ya 40 años.
Él y su compañero intentaban canalizar una denuncia que se ha hecho repetitiva. Oswaldo y Yolanda, dos hermanos que no visitaban la tumba de sus padres desde hace 8 meses, la habían encontrado violentada y vacía.
Acompañados de un cartel en el que se lee: “Aquí no se habla mal de Chávez”, un par de estantes con libros cubiertos de polvo, un cuadro de Hugo Chávez, otro de Nicolás Maduro y una lista con los costos de mantenimiento, los trabajadores públicos explicaban que la falta de seguridad es el principal problema en el recinto.
“Allí al frente, donde estaba la funeraria antes, existe ahora un módulo de la Guardia Nacional Bolivariana, pero le apuesto que desde que llegaron no han visto ni uno”, apuntó uno de ellos.
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