El mundo de las relaciones interpersonales suele ser profundo y oscuro, lleno de matices y facetas. La vida sexual de una pareja es idéntica. Lo que sucede en su habitación es asunto y responsabilidad únicamente de quienes están ahí dentro. Mientras exista consenso entre sus integrantes, las prácticas que puedan realizar son un abismo tan grande como la imaginación misma. En especial, si el aburrimiento y la rutina acaban con el deseo.
Muchas relaciones monógamas recurren a las fantasías y otros recursos para ayudar a atizar la pasión. Los tríos siempre han sido uno de los remedios favoritos de quienes buscan nuevas formas de entretenimiento sexual. Sin embargo, esta acción ha desarrollado una nueva modalidad a la que se le conoce como “encontrar un unicornio”.
No es que la pareja en cuestión sea aficionada a la mitología griega o a “Mi Pequeño Pony”. Lo que quieren es conocer a una mujer bisexual que esté dispuesta a salir e involucrarse en una relación tripartita (tanto sexual, como afectivamente) sin exigir nada a cambio ni causar problemas o inconvenientes. Bautizaron a estas mujeres “unicornios” porque, quienes las buscan, no creen que exista alguien así. Hasta ahora.
La dinámica de las unicornio lleva al menos unos tres años popularizándose. Como si la fallida fiebre por Pokemón GO no fuera suficiente, los “cazadores de unicornios” han creado aplicaciones, foros, noches temáticas y demás artilugios para “atraparlas”.
Aun cuando existen cientos de mujeres dispuestas a participar en esos encuentros —y se identifican a sí mismas con un emoji de unicornio en sus respectivos perfiles públicos— las objeciones sobre el concepto también han resonado. Para Lux Alptraum, una escritora y activista bisexual, la idea de las unicornio es despectiva, ya que las convierte en objetos (libres de sentimientos y emociones) para que una pareja heterosexual se entretenga con ellas.