En estos tiempos muchas mujeres nos hemos vuelto merecedoras del Óscar por nuestra forma de hacer creer a los hombres que explotamos de excitación cuando hacemos el amor. Somos capaces de llegar a un punto tan elevado a la hora de mostrar un falso placer, que sacamos a relucir esa Nicole Kidman o Elizabeth Taylor que llevamos dentro. Y no es fácil llegar al nivel de ellas, ambas ganadoras de un Óscar y verdaderas expertas en el tema de expresar emociones falsas y mostrar sentimientos inexistentes.
Tampoco se trata de pensar que las mujeres somos unas mentirosas anorgásmicas todo el tiempo, pero es importante reconocer señales de cuándo se quiere tirar y cuándo no; cuándo le están haciendo cerebro flotante y en qué momento es usted un éxito en la cama. Bajo este profesionalismo que hemos desarrollado existen ciertas señales sutiles que usted podría reconocer si, a pesar de la calentura en sus huevos, oyera a sus sentidos advirtiéndoselo a gritos.
• Cuando hay más de tres “¡ah!” sin un “¡uhm!” de por medio con torcida de cabeza hacia un lado o atrás, puede ser una señal de alarma si apenas está empezando la faena.
• Si en medio de besos apasionados, bajadas de mano y caricias excitantes usted dedica tres segundos a verle la cara, y ella está mirando al techo o ve televisión por encima de su hombro y seguido a esto viene un gemido, no hay nada que hacer, es una farsa.
• Llega el momento de la pregunta ¿ya te vas a venir? En ese instante se está preparando todo un material lleno de recuerdos emotivos para gritar y hasta llorar de satisfacción. Cuando una mujer está muy excitada y solo quiere venirse no piensa en sincronizar relojes con un hombre, trata de que él esté bien; pero cuando uno se quiere venir, se viene y listo.
• La respiración es otra buena forma de saber cómo va su noche. Salvo que la mujer sea asmática, la inhalación de aire debe ser constante y consecuente con lo que se está haciendo. No es posible que usted haya terminado y ella siga respirando como caballo en hipódromo.
• La exageración está a la orden del día cuando se miente, y aunque se le ocurra que esa mujer está estallando de placer, demasiados “oh, dios mío”, “ay, qué rico” y “dame más”, son arandelas de una excitación que llega entre susurros eróticos y una que otra palabra sucia.
• Hay algo con lo que usted va a la fija y que le puede dar pistas de qué tan bien estuvo sin depender de lo que ella diga o las reacciones que logre identificar. Humedecernos es una cuestión fisiológica y hasta ahora no han inventado nada para engañarlos en ese campo, así que aproveche este medidor natural.
• Después de terminado todo, siempre, por instinto y comprobado científicamente, las mujeres buscamos un abrazo o la cercanía al hombre, sea o no una relación formal. Y si quiere una mayor certeza de lo engañado que estuvo mientras que hizo su mejor esfuerzo, espere a que ella se voltee y se acueste a dormir, o en el peor de los casos, se levante de la cama y se vaya.