Muchas de las personas que trabajan en una oficina (sobre todo en departamentos como comunicación o comercial) reciben cientos de correos electrónicos todas las semanas. Y la mayoría no son interesantes. La bandeja de entrada se llena de anuncios, notas de prensa y peticiones que van inmediatamente a la basura. De la criba se salvan los correos de nuestros compañeros de trabajo y contactos profesionales, pero aún así, estos son más o menos efectivos según estén escritos.
John Brandon es un periodista freelance que trabaja en numerosos medios estadounidenses. Y como buen periodista, recibe casi mil emails al mes. Eso sin contar los cientos y cientos de mensajes promocionales y de redes sociales que acaban en sus respectivas carpetas de Gmail que nadie mira nunca. Como explica en un artículo para Inc, tras años de práctica filtrando mensajes se ha convertido en un experto en descartar aquellos que no interesan: los correos en los que el interlocutor muestra una patente inseguridad.
Muchas de las personas que trabajan en una oficina (sobre todo en departamentos como comunicación o comercial) reciben cientos de correos electrónicos todas las semanas. Y la mayoría no son interesantes. La bandeja de entrada se llena de anuncios, notas de prensa y peticiones que van inmediatamente a la basura. De la criba se salvan los correos de nuestros compañeros de trabajo y contactos profesionales, pero aún así, estos son más o menos efectivos según estén escritos.
John Brandon es un periodista freelance que trabaja en numerosos medios estadounidenses. Y como buen periodista, recibe casi mil emails al mes. Eso sin contar los cientos y cientos de mensajes promocionales y de redes sociales que acaban en sus respectivas carpetas de Gmail que nadie mira nunca. Como explica en un artículo para Inc, tras años de práctica filtrando mensajes se ha convertido en un experto en descartar aquellos que no interesan: los correos en los que el interlocutor muestra una patente inseguridad.