Los optimistas consiguen más cosas: Mayor éxito, más dinero, mejor salud… Muchas personas se preguntarán ¿cómo es posible que tan sólo creyendo que me va a ir bien en la vida, pueda irme bien?…. Al fin y al cabo sólo es mi creencia y no me baso en nada para saber cómo van a desarrollarse los acontecimientos. Parece demasiado simple para ser cierto.
Muchos estudios avalan que “si tengo un objetivo y soy optimista puedo decir que casi lo tengo en la mano”. Mientras que si por el contrario soy pesimista las posibilidades de lograrlo se reducen considerablemente. En el optimismo hay una parte heredada. Parece ser que entre un 30%-40% es genético. El porcentaje restante lo aprendemos en la familia cuando somos niños. Así, no es de extrañar que haya familias de optimistas y otras de pesimistas. La buena noticia es que de adultos también podemos aprender a ser optimistas.
El optimismo se puede convertir en hábito
Como cualquier hábito, si lo aprendes en la infancia se queda interiorizado y sale de una forma natural, pero incluso si no se ha vivido en esa etapa se puede incorporar a base de conciencia y constancia. El optimismo, al igual que el pesimismo, es una expectativa que ponemos en las cosas pensando que van a salir bien o mal y esa visión la creamos nosotros mismos. Si alguien ha sido criado en una familia negativa, ante el menor contratiempo es posible que su expectativa sea pesimista. En la medida en que se dé cuenta de esa inclinación y la cambie puede aparecer una manera más optimista de ver las cosas. No es fácil pero sí posible: requiere tomar conciencia de cómo es nuestra respuesta y modificarla.
No somos neutrales
La física cuántica lleva muchos años diciendo que cuando observamos un fenómeno, la simple observación del mismo altera el resultado. De igual manera cuando ponemos una expectativa positiva o negativa, estamos influyendo en la consecuencia. Así de forma casi mágica una expectativa optimista consigue buenos efectos y viceversa. Nos parece que está perfectamente justificado ser pesimista ante la crisis, o cualquier otro problema sin advertir que nuestra visión positiva o negativa va a determinar en gran medida el resultado.
Si algo sale mal es ocasional. Si sale bien es permanente
Según dice Martín Seligman, uno de los psicólogos que ha estudiado el optimismo más a fondo, las cosas que nos salen mal hay que circunscribirlas a la situación, mientras que las que nos salen bien asignarlas a nuestras características personales. Si una persona pierde el trabajo, ayuda pensar que es debido a una situación en particular, puesto que en otra ocasión puede obtener resultados diferentes. Si por el contrario piensa que es algo permanente, que se debe a su persona, será mucho más difícil revertir cualquier otro problema similar en el futuro.
Concentrarse en lo positivo
Intentar sacar consecuencias positivas, incluso de situaciones adversas, es muy útil. Casi siempre todas las situaciones tienen vertientes positivas y negativas. Si una persona toma conciencia y pone su atención regularmente en los aspectos positivos y lo practica durante seis meses o más, ocurren cambios en el cerebro tanto estructurales como cerebrales.
Trucos para ser mas optimista
– Practicar la relajación al menos dos veces por día. Cuando una persona está relajada le es más fácil ver los aspectos más positivos que cuando está tensa.
– Agradecer al universo, a Dios o a las personas que nos ayudan, sus favores. El agradecimiento es incompatible con el pesimismo. Seligman dice que lo que más felicidad da es escribir una carta a una persona a la que estés agradecido, y leérsela en persona.
– Evitar el pensamiento polarizado de todo o nada. En los extremos casi siempre se encuentra el pesimismo.
– Circunscribir las adversidades a momentos de situación; es decir, ocurren solamente en esta ocasión y no tienen nada que ver con que yo sea más o menos una persona afortunada.
– Evitar ver los telediarios y en su lugar informarse a través de otro medio. Las noticias negativas tienen prioridad para las personas porque pueden contener mensajes de supervivencia. Los medios abundan en los lados más pesimistas de las noticias.
– Cambiar los pensamientos negativos a través de técnicas psicológicas como “La parada de pensamiento”.
– Disfrutar y compartir las buenas noticias. La mayoría de las personas comparten enseguida las malas noticias, pero sin embargo casi no pierden el tiempo en contar lo bueno que les sucede. Hay como un temor infantil a que si cuentan lo bien que les va en algún tema puede que se estropee. No es verdad; cuanto más tiempo se pase viviendo algo positivo, mejor a todos los niveles para esa persona.
A menudo se les ha acusado a los optimistas de poco realistas. Pues bien aunque así fuera, esta demostrado que una vez que se presente el problema tienen mas recursos para solucionarlo. Seligman estudió un sinfín de profesiones para determinar que en todas (con excepción de la de abogado) es mejor ser optimista. Los que poseen esta cualidad ocupan cargos más altos, ganan más dinero y son más felices. De hecho analizó los discursos de todos los presidentes de EEUU y todos los que llegaron a tal cargo eran más optimistas que sus rivales.