Sin la protesta no habría llegado la harina de maíz a La Churuata, en Puerto Ordaz. Es algo en lo que concuerda la mayoría de los vecinos que residen en los edificios multifamiliares de la parroquia Universidad, bastión de las manifestaciones en 2014.
Lo piensa Dayana Ruiz, madre de dos niños, que este miércoles hace la cola y no puede alzar uno de los brazos por secuelas del forcejeo que tuvo con efectivos de la Guardia Nacional (GN) cuando protestaban por la escasez de alimentos en el sector.
“Teníamos tres semanas sin recibir nada, fue una protesta pacífica”, defiende Dayana quien también, desde hace tres semanas, hacía guardia de 11 de la noche hasta las 5:00 de la mañana a la espera de un número y una oportunidad para comprar lo que fuese.
Punto de encuentro
La cola este miércoles rodea la parte trasera del centro comercial La Churuata, síntoma –además– de cómo el hambre comienza a golpear en sectores mejor ubicados económicamente.
En el comercio confluyen los residentes de urbanizaciones como Karimanparú, Karuai, Los Mangos y Villa Asia. Además del supermercado Santo Tomé, donde la afluencia de personas es mayor, el abasto Santa María ha sido en las últimas décadas el lugar de abastecimiento de los vecinos.
Pero desde que inició la escasez, el centro comercial es también sitio de campamento. A capa y espada han defendido las colas en este comercio porque, mal que bien, dice Gabriela Salazar, “aquí todos nos conocemos porque somos parte de la misma comunidad”.
Por eso Gabriela ha esperado con paciencia que llegara harina o pasta al local, “es preferible porque como está la cosa en otros sitios, uno se expone demasiado, hay demasiada violencia”.
También porque con la conformación de los Comités Locales de Abastecimiento Popular (CLAP) muchos creen que no les tocarán las bolsas de comida. Mario Peña denunció que una vecina le contó que las listas las revisará el Sebin (Servicio Bicentenario de Inteligencia Nacional) y que, siendo La Churuata una comunidad eminentemente opositora, es probable que no les toque comida regulada. “Eso no puede ser así, si siguen discriminando todo se va a poner peor”, reclama indignado.
Para leer la nota completa ingrese en: