Surgió de la “noche a la mañana” la postulación del evangélico; un hombre que nunca mostró intenciones de vincularse a la política y que está implicado en el caso de los Panama Papers.

Ante la escasez de candidatos presidenciales en Venezuela surgió de la “noche a la mañana” la postulación del pastor evangélico Javier Bertucci, un hombre que nunca mostró intenciones de vincularse a la política y que está implicado en el caso de los Panama Papers.

Bertucci ha sabido pasar desapercibido ante la crisis en el país suramericano. Mientras la nación ameritaba que todo el que pudiese manifestara su repudio contra la dictadura, el ahora candidato presidencial se mantuvo silente y de bajo perfil.

Nicolás Maduro necesitaba un supuesto contrincante para intentar demostrar ante el mundo que los comicios a efectuarse el 22 de abril tienen un “toque democrático”, un candidato que haga aparentar que las elecciones en Venezuela son “normales”. Así fue como de un momento a otro surgió el nombre de Bertucci.

Tal y como lo dijo Lilian Tintori, esposa del preso político Leopoldo López: “candidato que vaya a las presidenciales es un candidato madurista”.

Y es que causa suspicacia que cuando las elecciones presidenciales no cuentan con las condiciones ni garnatías necesarias, Bertucci decidiera lanzarse como candidato con todo el panorama en su contra. Nadie en su sano juicio se lanza a unos comicios sabiendo que va a perder, a menos que busque beneficiar al régimen.

En su anuncio como precandidato dijo que, de resultar electo, “el país tendrá que prepararse para escuchar todos los domingos en cadena nacional el mensaje de salvación”.

Los antecedentes del pastor
Que Bertucci se postule como candidato a la presidencia de Venezuela ha causado indignación; muchos aseguran que se trata de un acuerdo con el régimen de Nicolás Maduro para evitar represalias por estar vinculado en los Papeles de Panamá.

A pesar de conocerse los presuntos actos de corrupción que “salpican” a Bertucci, en el país suramericano aún no hay indicios de investigaciones en su contra.

El reconocido pastor evangélico Javier Bertucci es un hombre que asegura que “ha dedicado su vida al Señor”, pero también es uno de los tantos venezolanos que aparece en la controversial investigación periodística, conocida como Panama Papers.

De acuerdo con las investigaciones, Bertucci habría contactado al bufete panameño Mossack Fonseca con el propósito de conformar una empresa valorada en USD $5 millones; sin embargo, el acuerdo no se realizó.

Presuntamente Bertucci pretendía ser el presidente de Stockwin Enterprises Inc, una compañía creada en Panamá el 3 de enero de 2012, dedicada a la compraventa de toda clase de insumos, pero en especial a la importación de materias primas del sector de alimentos.

El reportaje realizado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, reveló que este pastor no sOlo se dedica a predicar el Evangelio, pues también fue imputado por contrabando de Diesel en 2010.

Javier Bertucci fue detenido e imputado por contrabando agravado y asociación para delinquir. El 4 de julio de 2010 se le impuso una medida de arresto domiciliario y el 30 de septiembre de ese año se le aprobó un permiso para ausentarse de su residencia solo para dar sus prédicas en la Iglesia Maranatha.

Finalmente, el 20 de diciembre de 2010 el tribunal decidió que debía presentarse periódicamente y le prohibió la salida del país sin previa autorización.

Bertucci es el líder y creador de la Iglesia Maranatha en Venezuela y director de El Evangelio Cambia, una Asociación Civil de carácter social, formada principalmente por jóvenes. Además, en la actualidad hace parte de la junta directiva de al menos tres empresas dedicadas al área de la construcción, venta de bienes y servicios.

Elecciones de mentira
A dos meses de efectuarse los comicios convocados por el chavismo, aún la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no ha anunciado si participará o no en las presidenciales.

La comunidad internacional ya se pronunció y señaló que no reconocerá los resultados de unos comicios fraudulentos.

Desde el Grupo de Lima, conformado por 14 países, pasando por Estados Unidos, la Iglesia católica venezolana y la Unión Europea, han dicho que no reconocen la convocatoria electoral, por lo cual tampoco reconocerían los resultados de la eventual elección, sea quien sea el ganador.

Los partidos políticos en Venezuela saben que si participan en estas elecciones estarían validando un fraude electoral y, además, podría considerarse como una incongruencia más, luego de que admitieran que no existen condiciones para unos comicios libres y transparentes.

Así como el “socialismo del siglo XXI” se ha convertido en una “dictadura moderna”, el modo de hacer trampa y ensuciar un correcto proceso de votación también se ha llevado a cabo de forma “moderna”.

Por un lado, el oficialismo se ha valido del populismo puro: a través de chantajes a los estratos más pobres ha logrado obtener votos. La estrategia es comida a cambio de votos.

A esto se suma el famoso programa “uno por diez” donde cada militante del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) está obligado a llevar a diez personas a la fuerza a que ejerzan su voto a favor del chavismo.

Por otro lado, de la mano con el Consejo Nacional Electoral (CNE) y del Tribunal Supremo de Justicia el oficialismo ha logrado inhabilitar a los principales líderes opositores, aquéllos que considera una amenaza y que podrían causarle una derrota electoral.

Del mismo modo, el TSJ y el mismo CNE decidieron anular a la mayoría de los partidos de oposición y, en especial, a la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la cual se había convertido en la más votada en la historia del país.

Asímismo, está la apertura del Registro Electoral Permanente (REP) para venezolanos en el exterior; este debería estar disponible para que los ciudadanos que están en el extranjero puedan ejercer su derecho al voto. Sin embargo, esa posibilidad se ha mantenido cerrada, sobre todo ahora, cuando más de 4 millones de venezolanos decidieron migrar.

Otra medida fraudulenta de la mano del CNE se basa en la eliminación, sin explicación, de al menos 17.000 electores; esto sucedió para los comicios regionales del 2017 y podría repetirse para estas presidenciales; situación que se sumaría a la reducción de mesas de votación para complicar aún más el proceso.

A todas estas trampas se suma la reubicación a última hora de los centros de votación; la eliminación del uso de la tinta indeleble y el captahuellas; además del ventajismo constante y descarado por parte del oficialismo.

No se puede olvidar la desmotivación de los electores que no están de acuerdo con votar con un CNE que se inventó unas cifras cuando se eligió la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente (ANC); números que fueron desmentidos por Smartmatic, la empresa que estaba encargada de totalizar los votos. Fue Smartmatic la que detectó millones de votos falsos en la Constituyente y que por primera vez en la historia de Venezuela confesó que hubo fraude. El CNE no tuvo nunca cómo demostrar que el chavismo obtuvo 8.000.000 de votos.

Lo mismo sucedió en las recientes elecciones regionales en las que el candidato de oposición Andrés Velásquez mostró pruebas correspondientes a 46 actas electorales de varias mesas de votación, donde el CNE modificó las cifras para robarle el triunfo.

Es evidente que el fraude electoral ha estado latente desde hace muchos años, pero recientemente se ha efectuado de manera descarada y visible.

Si todas estas trampas las sumamos al amedrentamiento que existe por parte de grupos armados del chavismo en el momento de las elecciones, a la doble cedulación que permite ilícitamente el doble voto, más la desconfianza que ha generado el CNE; se puede decir que en Venezuela no hay condiciones electorales y que la victoria de Nicolás Maduro será inminente a pesar de no contar con el apoyo de la población.
PROMOCIONADOS

PANAM POST

Comentarios de Facebook

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here