Algunos analistas han tildado a Jorge Rodríguez como el hombre más inteligente del chavismo, y quizás sea que confunden astucia o viveza criolla con talento. Rodriguez ha sido capaz de convertir un mitin de escasa concurrencia en una inmensa concentración humana, le basta con “pegar” imágenes de diferentes eventos y presentarlos como actuales. También convertir muertes por tortura en suicidios. Es un hombre de cinismo extremo y de capacidad histriónica innegable, pero todo se agota, incluso la capacidad de engaño.
Durante la era chavista-madurista hemos tenido a dos expertos en el engaño y la falsedad, dos siquiatras, uno el maestro y el otro, su discípulo. El primero fue Edmundo Chirinos, que quizá sea el fraude humano más vergonzoso que haya conocido nuestra historia contemporánea. Chirinos logró engañar a una universidad, la UCV, y a toda una nación, y con su praxis clínica, a muchas mujeres de quienes abusó valiéndose del poder que le confería su condición de médico consultado y de la situación de vulnerabilidad de unas pacientes necesitadas de ayuda. Llegó al extremo de matar, como se sabe. Y a todo ese horror pudimos despertar gracias al magistral trabajo de investigación de la periodista Ibéyise Pacheco quien en su libro Sangre en el diván nos devela la magnitud del monstruo. Chirinos fue asesor y consejero matrimonial de Hugo Chávez.
Ahora Nicolás Maduro cuenta con la asesoría de otro siquiatra, Jorge Rodríguez, el discípulo, señalado como el mago del engaño. El que ha convencido, una y otra vez, a los opositores de sentarse a “dialogar para buscar una salida” y quieneshan terminado en otro fiasco, con Maduro más atornillado en el poder y la oposición más desprestigiada.
Algunos analistas han tildado a Jorge Rodríguez como el hombre más inteligente del chavismo, y quizás sea que confunden astucia o viveza criolla con talento. Rodriguez ha sido capaz de convertir un mitin de escasa concurrencia en una inmensa concentración humana, le basta con “pegar” imágenes de diferentes eventos y presentarlos como actuales. También convertir muertes por tortura en suicidios. Es un hombre de cinismo extremo y de capacidad histriónica innegable, pero todo se agota, incluso la capacidad de engaño.
Ayer presenciamos uno de sus últimos intentos de estafa. Pretendió enlodar la imagen de Juan Guaidó acusándolo de haber sostenido reuniones “secretas” con Diosdado Cabello, mostrando un video como prueba. Como si, en caso de que fuese cierto, ese hecho por sí solo significase un grave delito. Pero esta vez los venezolanos no le compraron la estratagema. Peor aun, se mofaron de él y de lo que mostró. El hecho se hizo tendencia mundial el hashtag #guaidochalenge, y hoy el siquiatra Rodriguez amaneció con menos, tal vez perdió toda credibilidad, incluida la de su jefe.
Los tiempos que vive la tiranía son de mengua, y uno de los signos mas evidentes de esas horas bajas son los propios “partes de guerra” emanados de la oficina del siquiatra Rodriguez. Uno de ellos afirmaba que el “muchachón” Guaidó estaba desinflándose por:
-Su primera designación, el nombramiento del embajador ante la OEA no había tenido éxito.
-Que la Unión Europea no lo reconocía.
-Y que algunos partidos no lo apoyaban.