La muerte esta semana de Aníbal Chávez, hermano menor del difunto presidente venezolano Hugo Chávez, ha vuelto a llamar la atención sobre la angustiosa crisis humanitaria que padece Venezuela.

A la escasez de alimentos que obliga a la población a hacer largas filas en los supermercados, se suma la falta de medicamentos y otros suministros para darle atención médica a los pacientes, como explica el artículo Venezuela: Muerte del hermano de Hugo Chávez revela la crisis médica, de Antonio María Delgado [el Nuevo Herald, 19 de julio].

Aníbal Chávez murió por una salmonelosis, la infección causada por la bacteria salmonela. La enfermedad es curable si se detecta a tiempo y el paciente recibe el tratamiento adecuado, lo cual no ocurrió en el caso del hermano de Hugo Chávez debido a la grave crisis médica que afronta Venezuela.

La madre del difunto, Elena Frías de Chávez, dirigió duras críticas al régimen de Nicolás Maduro, exigiéndole que respondiera por qué no había enviado a su hijo a Cuba para recibir atención médica. Ahora bien, ¿cuántos venezolanos pueden buscar tratamiento médico en otro país?

En un informe de la organización Amnistía Internacional, publicado en su sitio web el pasado 10 de junio bajo el título Venezuela: Políticas obstinadas aceleran catastrófica crisis humanitaria, se afirma que “la negación casi obsesiva de las autoridades venezolanas de que la emergencia económica implica una crisis humanitaria en el país, su falta de autocrítica y su empeño por no solicitar ayuda internacional están poniendo las vidas y derechos de millones de personas en alto riesgo”.

La obstinación de Maduro y sus seguidores en el gobierno de negar la crisis humanitaria es inexplicable y sobre todo irresponsable. Varios gobiernos y organizaciones no gubernamentales han mostrado su disposición a enviar medicamentos inmediatamente para aliviar la carencia de medicinas en Venezuela, pero la negativa del régimen chavista constituye una barrera insalvable a los esfuerzos de buena voluntad desde el extranjero.

Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, pidió acabar con la “política mezquina” en Venezuela. “El gobierno del Presidente Maduro, la oposición, empresarios, gremios y la comunidad internacional”, manifestó, “deben participar de manera urgente de un diálogo para identificar e implementar mecanismos innovadores, eficaces y no discriminatorios para llevar ayuda vital a las millones de personas que la necesitan. Todos los actores políticos deben dejar sus propios intereses en la puerta de entrada y pensar en las personas que deben ayudar”.

Guevara-Rosas hizo esa declaración en junio. Sin embargo, hasta ahora el régimen de Maduro ha prestado oídos sordos a la exhortación de la ejecutiva de Amnistía Internacional. Entretanto, desde su torre de marfil, la canciller Delcy Rodríguez reitera que Venezuela no está sufriendo una crisis humanitaria.

La obstinada postura chavista de no reconocer la realidad está llevando a Venezuela a una catástrofe inminente. Hay niños que van a la escuela con hambre porque sus padres no han tenido suerte en la dura batalla diaria por conseguir alimentos para la familia. Y hay enfermos que mueren por las carencias que les impiden recibir el tratamiento adecuado o las medicinas que necesitan.

El gobierno venezolano no puede seguir negando la realidad de su fracaso y la devastadora magnitud de la crisis, y debe aceptar la ayuda humanitaria internacional. Como dijo Guevara-Rosas, “las políticas obstinadas [del régimen de Maduro] están afectando seriamente millones de vidas”. La crisis en Venezuela ya es mortal.

EL NUEVO HERALD

 

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