Un show. Así calificó la jornada del domingo 10 de julio en la frontera colombo-venezolana el gobernador del estado Táchira, José Vielma Mora. Sin embargo, para los habitantes de las ciudades fronterizas de Ureña y San Antonio, y hasta de otras partes del país, la reapertura temporal del paso hacia Colombia fue un alivio, un reencuentro con el pasado y una oportunidad para comprar lo que no hay en Venezuela: comida.

Lo que para el gobernador tachirense fue “una comiquita”, para los miles de ciudadanos que cruzaron los puentes internacionales entre Táchira y el departamento Norte de Santander fue la expresión de una crisis que el gobierno parece no entender.

“El gobernador dijo (este lunes) que la gente fue a divertirse y a visitar a su familia, pero tú no veías a nadie de regreso que no trajera una bolsa de comida. Todos estaban felices porque podían pasar a comprar sus alimentos”, expresó Bety Mora, quien viajó de Rubio a Ureña para ganarse el derecho de comprar los productos que están desaparecidos de los anaqueles venezolanos.

Cuando Mora se enteró por Twitter de que el domingo abrirían la frontera por 12 horas, no dudó en ir hasta el Puente Internacional Francisco de Paula Santander, donde usualmente tiene permitido el paso por razones de estudio. Aunque es una de las privilegiadas del cierre fronterizo, la oferta de poder hacer mercado en el país donde se encuentra revalidando su título de psicóloga fue especial. “Generalmente no puedes traer nada. Te revisan todo”, apuntó.

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