La suspensión del proceso del referendo revocatorio contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, es un duro golpe a las ansias de derrotar al chavismo en las urnas.
El presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, acusó el viernes al gobierno de ser una “dictadura”.
“Un Gobierno democrático consulta al pueblo. Una dictadura le huye a consulta electoral”, expresó el opositor Allup en un mensaje difundido en Twitter.
Entretanto, Henrique Capriles, uno de los líderes del movimiento opositor y gobernador del estado Miranda, dijo en los medios sociales: “Alertamos al Cuerpo diplomático en nuestro país de que el Gobierno hoy empuja a un escenario muy peligroso y de aumento de la crisis”.
Capriles no está lejos de la verdad. La arbitraria decisión del CNE –un títere en las manos de Maduro– echa por tierra la búsqueda de una solución pacífica a la crisis que sufre Venezuela. En la grave situación que padece el país sudamericano –escasez de productos básicos, represión gubernamental, desesperanza y malestar generalizado–, el revocatorio ofrecía un camino para salir de la crisis. El CNE ha bloqueado ese camino.
¿Qué pasará ahora?
El viernes, Capriles dijo que la suspensión del proceso del referendo era un “golpe de Estado” y pidió una movilización nacional para “restituir el hilo constitucional”. La decisión del CNE de suspender el revocatorio generará más tensiones, más protestas y más inestabilidad.
Ante la crisis, un gobierno sensato y preocupado se habría sometido a la voluntad popular expresada en el referendo. Pero el régimen de Maduro no es un gobierno sensato, y solo está preocupado por aferrarse al poder, aunque tenga que atrincherarse tras medidas dictatoriales.
En Estados Unidos también se han alzado voces de preocupación.
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