Obsesionado por el pasado, Chávez nunca supo echar a andar un sistema que requiere hacer creer que funciona cuando en realidad nos arruina…
Cuando escribí el seriado sobre “no viene el comunismo”, “te repito que no viene el comunismo” etc. Y me enfoque en hablar con la mayoría de los líderes políticos y de opinión para que sacaran el concepto de “comunismo” de sus discursos, les explicaba que había que encontrar un sinónimo, “otra forma de enfrentar ‘la urgencia’”, pero que lo peor que podíamos hacer con un barril a 100, en el medio de un boom económico sin precedentes -por su prolongada duración- y en medio de un bienestar ficticio, era hacerle propaganda a ese modelo. Era a los efectos algo lógico, la propaganda, buena o mala, es propaganda y logra muchas veces el efecto contrario.
Pero eso no significa que ‘la urgencia no existiera’. En efecto Chávez era un comunista convencido, como Maduro lo es también. Chávez tenía un proyecto comunista para Venezuela, al mejor estilo Libio –no cubano- y seguía paso por paso, todo lo que había emprendido Salvador Allende –la vía democrática al socialismo-, tratando de corregir lo que pensaba que había sido su gran error, las Fuerzas Armadas, y tratando también de eliminar el riesgo de un Pinochet. El problema de Hugo Chávez es que su visión era de una superficialidad tremenda.
Lo que nunca supo Chávez es que todo había sido espejismo. Se trataba de un ciclo que debió haber culminado hace 10 años, pero que lamentablemente coincidió con otro económico, es decir la crisis financiera mundial y sus repercusiones sobre las materias primas. Ese ciclo de altísimos precios dio la sensación de “ilusión de prosperidad”, una falsa percepción de que “la revolución del Sur funcionaba” y para los países mequetrefes y mentes cortas venezolanas, la petrochequera dio la ilusión de que había emergido algo incluso más grande que la Unión Soviética, la “Unión del Sur” y además cargada de dólares. Y no es para menos, 4 trillones de dólares de PIB (dos veces la URSS) y dos petrochequeras casi infinitas ($ tres trillones líquidos), como quedó demostrado en Petrobras y Pdvsa.
Lo que tampoco supo Chávez y hoy Maduro, es la primera ‘Ley del Glasnost’, el comunismo solo se sostiene, mientras dure la ilusión de que funciona. Cuba, guste o no admitirlo, no se sostuvo hasta los 80’s solo por su violencia contra la población, se sostuvo por los gigantescos recursos –equivalentes al petróleo venezolano de la época- provenientes de la Unión Soviética y que daban a la mayoría paupérrima una sensación de satisfacción mínima. Lo que aprendimos de la Perestroika, del DoiMoi vietnamita y de la apertura China, es parte de esa misma ley inexorable. La revolución tiene la obligación de funcionar y eso es exactamente lo que no hizo Hugo Chávez.
Chávez fue el más joven de los presidentes de Venezuela y a su vez el que llegó con las ideas más viejas. Chávez vivió toda su vida obsesionado por el pasado y sin entender en lo absoluto el futuro. Empeñado en construir de sus cenizas la idiotez del pasado jamás hizo algo porque su proyecto fuera viable. Si eliminamos los dos años que pasó combatiendo su penosa enfermedad y cuasi retirado, quedarían apenas unos 10 años, de los cuales 3 en número de horas, las pasaría en la radio, la televisión y sus interminables alocuciones en todas partes. Si descontamos los dos años que estuvo de viaje tratando de reconstruir la guerra fría desde sus cenizas, sus horas hombre no se invirtieron realmente en organización y seguimiento de las labores de gobierno, pues su énfasis absoluto, se encontró en convertirse en un fenómeno mediático y en uno de los líderes de un nuevo orden mundial que solo estuvo en su cabeza y la de sus ‘minions’ rojos.
¿El resultado? Nicolás Maduro. La economía de Venezuela desde 1998 hasta hoy no creció en términos perca pita y se quedó sin ahorros. La revolución comunista que encarna no tiene ni un dólar para funcionar y la vía pacífica y democrática ya no es posible. Maduro no tiene como gobernar, ni tampoco puede acudir a otra elección sin perderla estrepitosamente. Con 350% de inflación este año y 100% de inflación pero mensual para el próximo, su destino está claro y por eso en vez de apertura, ha decidido dar “su gran salto adelante”.
¿Puede haber dialogo? El problema es ¿Con quién? Vivimos el final de un modelo y con gente que recurrirá a la dictadura porque no se puede marchar. Hablamos del grupo de comunistas que llevan 17 años aferrados a ideales y que de la noche a la mañana, pensando que estaban ganando, ahora lo han perdido todo. Junto a estos, un grupo de revolucionarios radicales que integraron los grupos de choque, financiaron operaciones y se vincularon con grupos extremos y terroristas del medio oriente y que sospechan van a ir a cárceles extranjeras. Unidos a un tercer grupo, también muy peligroso, aquellos que se integraron al mundo del crimen organizado colombiano, muy atado a la revolución, por órdenes de Hugo Chávez y que piensan que pasaran 30 años tras un vidrio de una cárcel estadounidense.
También hablamos del grupo de corruptos que han saqueado las arcas públicas y que ven como de la noche a la mañana, van a perder su estilo de vida y finalmente, nada desdeñables, los cubanos, que como explica el Centro de Economía Cubana: “Venezuela representa hoy el 70% de nuestros ingresos por exportaciones, lo que genera una alta sensibilidad, pues resulta muy difícil encontrar alternativas de corto plazo”.
Por eso Venezuela recibe el impacto agresivo de esa jauría homicida, donde ya está claro el perfil de una dictadura (dictan contra la Asamblea todos los actos legales y económicos) dicta normas suspendiendo artículos constitucionales, utilizan las violencia ya sin medias tintas y se dispone a arrasar lo poco que queda de las líneas de producción a su juicio capitalistas burguesas, pensando que es posible algo nuevo y que los mismos psicópatas desdentados que lanzan piedras contra la Asamblea junto a los acólitos del Picure y los ‘buenandros” (delincuentes), integraran el nuevo modelo productivo revolucionario.
¿Cuánto durara este final y cuan violento será? Dependerá de los políticos y de la comunidad internacional. Hay que tratar de desarmar la bomba de tiempo a la que quedan apenas segundos para su estallido.
Este es una análisis general que funciona muy bien como "un tiro de sal". Apunta al bulto y da en el blanco. Problema: suponer una ideología política ("comunismo", "socialismo" o cualquier otra etiqueta) al grupo gobernante en Venezuela. Al enfocarlo de esa manera, la conclusión forzosa de ese silogismo es el choque, si se quiere suicida, entre el grupo gobernante y los integrantes políticos opositores que no compartan tal ideología. Hipótesis alterna? muchas. Vaya una: la característica principal del grupo gobernante es el clientelismo y el militarismo y su combustible es forzosamente la corrupción, no la ideología política. No podemos esperar que en el grupo gobernante haya cuajado la idea de un "patria o muerte" al estilo real del final de la guerra civil española. Fíjese que uso este ejemplo y no el cubano porque esto últimos nunca han estado en la situación real de encarnar esa salida. Para ellos esa consigna sólo ha sido retórica engañabobos