Venezuela ha logrado sensibilizar a la comunidad internacional. Eso está comprobado y es el resultado de muchos años de trabajo. Es la cosecha de esa siembra realizada con el sacrificio de muchísimos ciudadanos víctimas de exilio, cárceles y torturas que, en muchos casos, acabaron con la vida de venezolanos en cuyo nombre seguimos este peregrinaje por la libertad que a ellos inspiro en su momento.Lo que pude constatar en Perú hace horas, es sencillamente conmovedor. Presidentes, parlamentarios, diplomáticos, artistas, periodistas, ciudadanos de a pie, todos, muy pendientes y solidarios con Venezuela. Saben detalles de cómo se invadieron fincas agropecuarias, están al corriente de las fábricas expropiadas y asaltadas, no dejan de preguntarnos por la suerte de los presos políticos y lo hacen llamándolos por sus nombres de pila.

Se combinan dos elementos para que esa reverberación sacuda al mundo. Primero las estridencias de un gobierno esperpéntico. Las locuras de sus dirigentes, sus abusos, las violaciones de las leyes y sus andanzas extravagantes por los corredores internacionales creyéndose dueños de todo.

La segunda, ha sido la fortaleza de los venezolanos que hemos resistido a esta andanada y no hemos cesado en contarle al mundo la tragedia que soportamos. Eso ha sido vital. Por eso la comunidad internacional ya no voltea hacia los lados, como hasta antier nada más, dejando que pasara la ventolera que arrastraba los eventos que, aun siendo tan delicados, no los motivaban a decir una palabra-salvo contadas excepciones-sobre nuestro país. Eso ya cambió. Hoy en todos los foros del mundo se habla y se piensa en Venezuela. Hoy no vacilan en admitir que el régimen de Maduro incurre en deslegitimidad de desempeño, porque viola elementales derechos humanos.

Cuando Antonio se atrevió a firmar, junto a Leopoldo y María Corina Machado, el manifiesto planteando un Acuerdo Nacional para La Transición, justificaban ese exordio en la inminente crisis humanitaria que hoy sufrimos. No es que ellos eran profetas, simplemente que eso estaba a la vista de todos. Lamentablemente privó la miopía política para no empujar las soluciones articuladas en ese documento, que le ha costado la cárcel a mi esposo.

Hoy debemos seguir luchando por que se abra la vía del Revocatorio este mismo año. Hay que hacerlo sin sectarismos que nos cieguen tanto para no ver que somos millones los que podemos ser protagonistas de los giros que ha de dar Venezuela en el corto, mediano y largo plazo.

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