“Ninguna persona sensata en el mundo se pregunta hoy día si Maduro va a ganar las elecciones de diciembre. Basta ver las estadísticas sobre la destrucción de la economía y las preferencias del sufragio, para entender que la derrota Maduro-Cabello-Arreaza es inevitable. La pregunta real, por lo tanto, es si la sustitución de este gobierno será pacífica y ordenada, o caótica y sangrienta, como el Maidan de Ucrania”. Tan lapidario pronóstico es de quien fuera el gurú ideológico de Hugo Chávez y autor del “socialismo del siglo XXI”, Heinz Dieterich, en su reciente artículo “Venezuela: ¿colapso pacífico o sangriento?”.

Juicios como el de Dieterich se amparan en las amenazas de Maduro con “masacre y muerte si fracasa la revolución chavista”, y su punible presión sobre los ausentes electores de las primarias del PSUV, con centros electorales vacíos el domingo 28-J. Desde aquel desierto electoral, Maduro bramó que “sabremos quién votó y quien no” y añadió que “él tenía acceso a los listados del CNE”, ante lo cual no se inmutaron las cuatro rojas del CNE. Tropelía dicha después de que medios y redes sociales informasen que “para agradecer que tienen empleo, el gobierno obliga a los empleados públicos a votar en las primarias del PSUV” (El Nacional 27-6-2015). El sindicalista Froilán Barrios denunció que “el acoso implica desde amenazas de despido, desmejoras laborales y cancelación de ascensos hasta suspensión de contratos, ante el gran temor de una baja participación de la militancia”, y aseguró que “tanto el personal de planta de las oficinas públicas, como los prestadores de servicio” han recibido mensajes en los que los incitan a participar en las elecciones del partido del oficialismo y les recuerdan que “pasarán lista de los votantes”. Pablo Zambrano, del Movimiento de Sindicatos de Base, denunció que “el acoso contra empleados públicos es constante y se agudiza cada vez más, para que los trabajadores vayan a los actos políticos (…) pero la desobediencia se está haciendo presente”.

Aunque el PSUV hizo uso del abusivo ventajismo que le proporciona la burocracia estatal, controlando listas, dirección y teléfono de la nómina oficial, de los beneficiarios de las misiones y de los contratistas del régimen, y atemorizando a sus radicales y beneficiarios con la especie de que el “legado” de Chávez y la revolución podrían desaparecer si no ganan las elecciones del 6-D, lo cierto es que, a pesar de la hegemonía mediática oficial con videos y fotos trucadas en las que mostraban electores en cola que no existían, las redes sociales y dirigentes opositores exhibían pruebas gráficas inequívocas de los centros electorales vacíos: “Poca participación obligó al PSUV a buscar electores” rezaba titular acompañado del “sabemos quién vota y quién no” de Maduro (Ibid).

EL NACIONAL

Comentarios de Facebook

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here