Las próximas elecciones comienzan a perfilarse como combinación de parlamentarias con referendo popular. Sin que ningún actor político lo impulsara formalmente, la situación del país motiva al ciudadano a aprovechar esta oportunidad no solo para elegir diputados, sino también para expresar su aprobación o rechazo a la gestión de Maduro. La abusiva e inconstitucional participación directa de Maduro en la campaña también lo ratifica.

Los procesos electorales de la era de Chávez fueron en gran medida trastocados de sus lógicas representativas y desviados a lógicas plebiscitarias. No se designaban candidatos por sus méritos para determinados cargos, sino por su lealtad al caudillo o a la causa opositora. Lejos de fortalecer las instituciones representativas, las debilitaron, pues esa lógica afianzó el ejercicio personalista y autocrático de la Presidencia. Los procesos electorales fueron, al mejor estilo bonapartista, plebiscitos de confirmación para Chávez.

Es esta una de las razones de la mediocridad y falta de vocación de muchos funcionarios del Estado, y la consecuente situación desastrosa de la administración pública. Del lado oficialista, siempre importó más la lealtad al líder que la preparación de un candidato para determinado cargo público. Lo mismo sucedía en filas opositoras; lo primero fue su apego a la lucha opositora, no importando mucho si tenía credenciales para el cargo. Los ciudadanos resignados o entusiastas votamos bajo la lógica del plebiscito.

Las venideras parlamentarias tendrán una lógica parecida, reforzada ahora por la mala hora que vivimos. En las circunstancias actuales, la lógica representativa, que pide elegir a los más preparados y probos, se debilita ante la lógica de democracia directa, que pide que se exprese la soberanía popular sobre si quiere un cambio político o se continúa en la senda que llevamos.

Quienes hoy se sienten inconformes con los perfiles de sus candidatos, seguramente tienen razón. La Asamblea Nacional que surja del 6-D seguirá arrastrando lo viejo, pero si el resultado expresa la voluntad de un cambio político, desde allí puede comenzarse a asomar lo nuevo: un Poder Legislativo con diputados idóneos para hacer leyes, políticas públicas y controlar los otros poderes públicos.

@MLopezMaya

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