Desde fines de 2014, cuando las encuestas que miden la popularidad del Presidente y la aceptación de su gestión tocaron fondo, el oficialismo viene lanzando las más descabelladas estrategias para revertir esa situación.
Como no parece tener capacidad ninguna de autocrítica ni rectificación, se enterca en su guerra económica y apela a un nacionalismo ramplón con el aparente objetivo de provocar situaciones violentas o límites, internas o externas, que justifiquen suspender las elecciones parlamentarias de diciembre. Intrigas todas que cuentan con la subordinación de los poderes públicos, la disminuida pero aún disponible chequera petrolera y asesores que carecen de ética y escrúpulos.
Primero fue la designación inconstitucional de rectores al CNE, buscando provocar a partidos de la MUD y reeditar una situación análoga a 2005, cuando se retiraron de esas parlamentarias alegando que vendría un fraude. Después, las movilizaciones contra Obama por las sanciones de su gobierno a funcionarios venezolanos investigados en EEUU por vínculos con el narcotráfico. Maduro consideró esas sanciones afrentas inaceptables a la patria de Bolívar. Luego, el CNE posponía sin motivo aparente el anuncio de la fecha de las parlamentarias. Las inhabilitaciones a candidatos opositores, los cambios en la composición de circunscripciones electorales y la tramposa y extemporánea paridad de género son otros recursos usados. El impasse con Guyana. Ahora, la OLP desarrollada sin cumplir procedimientos legales. Y, peor aún, el estado de excepción decretado en el estado Táchira, adelantado en medio de conductas xenofóbicas y violadoras de elementales DDHH.
Hasta ahora el éxito es escaso. La gestión de Maduro es considerada en la última encuesta de Ivad de agosto un desastre: 76,7% de los encuestados dijeron no tener confianza en que pueda resolver la crítica situación y 69% que lo de la guerra económica es una falsedad. La intención de voto coloca a los candidatos opositores con una ventaja significativa sobre los chavistas.
Faltan aún más desmanes por ver y para nuestra fortuna hasta ahora nadie ha caído en las provocaciones. El 6 de diciembre, si la voluntad popular se pronuncia por un cambio político, podremos comenzar a frenar tanto abuso.
@mlopezmaya