Juan Toro bautizó este jueves su libro: “Expedientes: Fragmentos de un país”. Es un expediente de la violencia, las protestas del año pasado, de los antidepresivos que están tomando los venezolanos, el éxodo y de la escasez. Fue un honor escribir una nota en el libro para acompañar la serie de fotos de productos esenciales con efecto de destiñe, con el que el artista representa lo difícil que resulta encontrarlos. Comparto un extracto de la nota que escribí para esta obra que no te puedes perder.

“Yubi se para de madrugada para enfrentar la vida, que se le pone cada vez más complicada y más roída. No durmió bien. Pero hoy no fue por el tema cotidiano de la plomazón en su barrio. Eso fue ayer, cuando tuvo que correr y agarrar sus chamos para meterse todos debajo de la cama y esquivar cualquier bala perdida que, esa noche, no terminó tan perdida sino en la frente de un vecino… Anoche, en cambio, los tiros fueron lejanos… arrullando como ranitas de jardín en el Este de la ciudad. Pero qué va. Igual la Yubi no pudo dormir pensando en ¿por qué le queda tanto mes… al final del salario?

No le tiene miedo al trabajo… Pero ya le quedó clarito que ese salario mínimo no le da para vivir…

Ni modo. Mintió… en su trabajo. Es martes y su cédula termina en dos. En la oficina avisó, desde la semana anterior, que iba a estar enferma el día de hoy. Le toca el turno para hacer la cola en cualquier parte y comprar los productos regulados que, por suerte, hayan llegado al lugar. Si lo hace sola y sin información puede hacer cinco horas de cola y comprar quizás leche y jabón, pero una amiga le recomendó que hablara con Limardo, el bachaquero mayor, quien, por hacerse socio de su derecho a comprar, no sólo la informa de los lugares donde llegan más productos sino que la moviliza en su Van…

Mientras espera en una cola en Altamira conversa con Cori, la señora de atrás… Yubi le contó que era su primera vez haciendo la cola para trabajar… Cori en cambio le contó que se vino temprano porque el empaquetador del supermercado le avisó por chat que venía Mazeite y Arroz Primor. Es también su primera vez, pero por razones distintas. Corina no revende, ella recompra. No falta nada en su hogar, pues se abastece en el informal. Ya sea en el mercado popular, en la redoma de allá o comprándole a su bachaquero par- ticular, paga fortunas por lo que hay. Pero, ¿por qué estás aquí?, preguntó Yubileysis, y Corina respondió: “porque cada vez se hace más difícil conseguir lo que quiero… Al final llega casi todo, pero ahora necesito muchos días y muchos bachaqueros más… No estoy haciendo esta cola ni por aceite ni por arroz. Quiero ver un Mazeite y quiero tocar un Primor. Hago esta cola humillante para vivir un instante de felicidad mayor. Ese que me da el creer por un momento que vivo normal, como antes, como siempre, como debe ser.

A las diez llegaron las dos mujeres al punto de repartición. Como en una novela de antes, pasó lo que tenía que pasar. Los últimos cuatro Mazeites y dos kilos de Primor le tocaron a Yubileysis frente a la cara descompuesta de su amiga de ocasión.

Ya sentada en su Toyota, nueva pero con el parafango roto porque no hay repuesto y dejarla en el taller es peor, Cori sonríe viendo su Mazeite y su Primor, que tuvo que comprarle finalmente a Yubileysis en la salida del supermercado por un precio diez veces mayor.

Ambas tienen ahora algo en común. Cumplieron su objetivo y regresaron felices, olvidando que sus vidas se decoloran, se destiñen, se difuminan y lucen como una valla vieja de leche La Campiña, después de varios inviernos y veranos a pleno sol, en la carretera de Bailadores a Tovar”.

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luisvicenteleon@gmail.com

@luisvicenteleon

EL UNIVERSAL

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