Según el Revisionismo no existió el Holocausto. Bueno, digamos que lo aligera, lo disminuye, modifica las cifras para hacerlo “pasable”, lo morigera, lo minimiza. Afirman los partidarios de esta asquerosa tesis que es falso que el nazismo exterminara a 6 millones de judíos en Segunda Guerra Mundial, sino tan solo, apenas, la ínfima cantidad de 600 mil. Continúa, el Revisionismo, argumentando que todo el Holocausto no es más que una campaña mediática conducida por la derecha mundial, el sionismo y el imperialismo. Una masacre mediática, pues.

El fallecido delirante sociólogo argentino Norberto Ceresole se declaraba revisionista y denunciaba virulentamente la conspiración sionista del Holocausto como virtual, y como producto de una operación mediática manejada por el poder judío de Wall Street y Hollywood. Ceresole, fue asesor y mentor de Hugo Chávez desde que comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo político. Se jactaba de ser ideólogo de la revolución, tanto de la islamista, como proponente del Califato, como de la bolivariana, en la que predecía el nacimiento de una gran nación meridional americana.

El gobernador eviterno del estado Bolívar, general Francisco Rangel Gómez negó la desaparición y asesinato de 28 mineros en Tumeremo. “Es una campaña mediática de la derecha”. “Es una masacre virtual”. “Una sensación” diría José Vicente Rangel. Oficialmente, en los portales del régimen chavista, se la denominó durante días “La Masacre Virtual de Tumeremo”.

Pero a los 2 días, bajo la intensa y desesperada presión de parientes de las víctimas y 2 sobrevivientes que contaron con el apoyo del diputado opositor a la Asamblea Nacional Américo de Grazia, no solamente tuvo que admitir que había ocurrido, sino, además, declarar que había ordenado “responsablemente” una investigación exhaustiva.

En Venezuela es harto conocido que sectores militares corruptos colaboran en sociedad con mafias de la minería, como lo hacen en materia de contrabando, narcotráfico y bachaqueo, entre otras actividades. De manera que el abominable hecho, acompañado por las disparatadas –y aun, cínicas- declaraciones de Rangel Gómez y el oficialismo, arroja un fétido e inequívoco tufo a conspiración que implica a cuerpos de seguridad del Estado y hasta al propio gobierno.

Y tan fuerte es la hediondez, que los parientes de las víctimas y dos sobrevivientes buscaron el amparo la de Fiscalía. Pidieron al declarar, los mantuviera al margen de los cuerpos de seguridad del Estado, como Ejército y Guardia Nacional. Curiosamente, los fiscales encargados, que inicialmente aceptaron la solicitud, decidieron entregarlos a la GNB. Esto generó una protesta contundente del grupo, lo que finalmente evitó la entrega.

El fascismo -mucho se ha reiterado en este blog- siempre pretende borrar la realidad y la historia para sustituirlas con una versión propia y fabricada de las mismas, adecuada a sus intereses políticos. La mentira de Goebels, el ministro de propaganda de Hitler, que repetida mil veces se transforma en verdad. El Holocausto que no fue. La Masacre de Katýn perpetrada por los soviéticos en Polonia, en 1943, que Rusia negó hasta 1993. El saqueo y destrucción de Venezuela, que no existen pues lo que hay es una Guerra Económica. La inseguridad, que en realidad tampoco existe, pues lo que hay es “una sensación”, consecuencia de una campaña mediática de la derecha. La Masacre de Tumeremo, que, según el régimen, primero no existió; luego fue un enfrentamiento entre bandas; y ahora es una operación de paramilitares enemigos de la revolución (todavía se dan el lujo de crear una tercera versión que también les será insostenible).

Cualquiera sea la realidad, crímenes de esta magnitud son propios de sociedades que atraviesan profundas crisis morales. Hugo Chávez hizo del delito política de Estado. Empoderó al hamponato como parte del lumpen, para usarlo en la “lucha social”, vale decir, en el exterminio de todo aquel que pensara distinto, o que simplemente, pensara. La revolución dotó a la delincuencia de armas de altísima tecnología, motos y dinero ilimitado. Y finamente, con el establecimiento de las Zonas de Paz, hasta poder político, jurisdiccional y policial (claro está, irregulares e ilegales). Entregó regiones enteras del país a bandas que se reparten el territorio para la explotación delictual. El galáctico supremo carcomió la fibra social por medio de esta plaga, a la que se le suman ruina económica, hiperinflación y escasez, todo inscrito dentro del Plan Tierra Arrasada.

De forma que, haya o no haya participación directa o indirecta de funcionarios, militares, policías, es indiscutible que el principal responsable de estos espantosos hechos es Hugo Chávez, junto a su gavilla de robolucionarios. La siembra de odio que acompañó al empoderamiento de la delincuencia, la impunidad y el lucro desmedido a partir de la corrupción, constituyen el abono perfecto para la barbarie.

Quizás la prueba más contundente del trastorno moral y psicológico que sufre la sociedad venezolana, es la apatía. Ensordece el silencio de una población que explotó indignada contra los atentados terroristas de Paris en 2015, o el de Charlie Hebdo, o –como debía ser- con el asesinato de los 43 normalistas en México.

“Lo contrario del amor no es el odio, es la apatía”.
Rollo May, psicólogo

LEONARDO SILVA BEAUREGARD

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