Luego de más de un mes de continua tensión en Venezuela, se mantiene el ambiente enrarecido que se ha incrementado a partir de la juramentación de Juan Guaidó como presidente encargado del país y el masivo reconocimiento por parte de países que, con excepción de Italia, habían denunciado lo ilegítimo de las elecciones de mayo de 2018 señalando que el período constitucional de Nicolás Maduro había concluido el 10 de enero pasado.

“Todas las opciones están sobre la mesa” han declarado en distintas oportunidades tanto el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como algunos de sus más representativos funcionarios.

Dentro de este ambiente, Nicolás Maduro no ha dudado en “envolverse de nacionalismo” señalando durante una entrevista concedida a la BBC que “Tendríamos que ir con dolor a defender el derecho de nuestro país a existír”.

Tanto Estados Unidos como los principales países de la Unión Europea así como una gran parte de los países latinoamericanos han mostrado su apoyo a la posición del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, quien ha invocado artículos de la Constitución para señalar que Maduro ya no es presidente de Venezuela y asumir la primera magistratura de forma interina a fin de restablecer el hilo constitucional y convocar a elecciones libres en el país.

Según afirmaciones del presidente interino, la fecha para el ingreso de la ayuda humanitaria al país sería el 23 de febrero próxima una ayuda que el régimen ha intentado descalificar de distintas formas a la vez que ha hecho anuncios de “una llegada masiva” de insumos médicos al país lo cual, según lo expresado por el mismo Maduro en otro momento “era imposible por el bloqueo económico”.

Sin embargo, Maduro también ha afirmado, entre otras cosas, que la ayuda humanitaria no es más que una excusa para justificar una intervención a fin de deponerlo por la fuerza y ha realizado advertencias, junto a funcionarios como Padrino, Arreaza y Rodríguez (ambos) que están dispuestos “a lo que sea” para continuar en el poder hasta el año 2025.

Para ello, según han mostrado en distintas “maniobras” realizadas en conmemoración de la fecha histórica de los 200 años de Angostura (más nacionalista imposible) las principales armas con que cuenta el país a fin de hacer frente a “cualquier fuerza extranjera” que llegue a ingresar al país.

El Ministerio de Defensa ha suministrado datos según los cuales, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana cuenta con entre 95.000 y 150.000 integrantes, cifra a la que habría que sumar los miembros de la Milicia Nacional, un cuerpo paralelo que ha sido descrito como paramilitar por los detractores del gobierno, y formado por voluntarios que asumen diversas funciones al servicio del Estado.

Sin embargo, se nota que la presión internacional les ha ido ganando en parte la “guerra de nervios” lo cual se refleja en hechos tan absurdos como colocar un contingente de privados de libertad en el puente de la zona “las tienditas” para “defender la revolución”.

En ese campamento, lo más “granado de cárceles como la de Santa Ana, ha mostrado su “apego y lealtad” al “presidente obrero” como gustó Maduro ser llamado en su periodo presidencial.

La real capacidad de apresto operacional de la Fuerza Armada Nacional no se ha mostrado, hasta ahora, mas allá del salvajismo manifiesto al momento de someter manifestantes desarmados y violar todos los derechos de la ciudadania a expresarse en manifestaciones pacificas.

Por su parte, la Milicia Nacional no muestra gran capacidad operativa dado que es un componente que no encaja realmente en ninguno de lo cuatro componentes con funciones propias mas allá de que se pretendiese usarles como “Carne de cañón”.

Integrantes de tropa famélicos, equipos en mal estado y cuyos costos han consumido la mayor parte del presupuesto nacional de los últimos años pero que no cuentan con los repuestos ni actualizaciones necesarias son los argumentos que exhibiría el régimen para enfrentar a la fuerza militar más poderosa del planeta

Si algo ha podido comprobarse plenamente es la que las políticas del miedo hasta el momento le han funcionado al ususrpador de Miraflores y la “lealtad” de sus secuaces dentro de la Fuerza Armada aún le mantiene el piso para seguir detentando el poder, sin embargo, esa “lealtad” tiene un costo que deberá mantener sin saldos o podría ocurrír que le “eliminen el fiado”.

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