El dicho, bastante común, entre nosotros, está completo cuando observamos a alguien que no tiene que ver con lo que sucede y se empeña en aparecer y meterse en lo que sea que se está discutiendo. La pregunta es: ¿quién le dio a este velas en el entierro? La gente responde irónicamente: “Nadie, él las tomó”. Hay maneras de darse cuenta de que muchas personas no tienen pertinencia ni legalidad, mucho menos legitimidad, para meterse en ciertas cosas. A causa de cambios del lenguaje, en una época reciente, a ciertos personajes se les dedicaron lo que se llamó “deseos de protagonizar” o “afán protagónico”, entre otras formas (al presidente Pérez, hoy totalmente reivindicado, al menos por mí, se le adjudicaba ese afán). No se pensó que el difunto alcanzaría los niveles de protagonismo que desarrolló, vía las insufribles -para mí- y deliciosas para sus seguidores, cadenas nacionales. La Constitución, surgida de la Constituyente de 1999, estableció que la “democracia era participativa y protagónica”, con lo que la confusión llegó a niveles inauditos y ya no se usa para estigmatizar. Más bien ha surgido la preocupación, cuando se habla en público, de lo contrario, de no encadenarse. “No se angustien, no me encadenaré” es advertencia común. La situación ha variado bastante: el protagonismo es para mercados, abastos, supermercados y bodegas, encargados de entregar los alimentos que el pueblo, de forma desesperada, busca incansablemente. No es de esos bienes desaparecidos que quiero escribir, es del alcalde metiche, que una vez fue presidente del CNE, y que por esa razón, suponemos, se siente con derecho a meter baza en todo asunto. Cuesta trabajo decirle al hijo del grande amigo muerto y martirizado: “¿Qué te pasa, no te das cuenta de que no tienes velas en este entierro?”. Esa conducta (amenazas constantes), que en algún momento les resultó para atemorizar a la población, perdió eficacia al desatarse la hambruna presente. ¿Morir de hambre o morir protestando? Cada quien puede dar la respuesta que considere conveniente. Les aseguro que en el país, en todas las regiones, por lo que observamos en materia de protestas, todo venezolano siente que hay “que morir con las botas puestas” y echar del poder a unos corruptos, manipuladores, con disfraz de comunista o fascista. El tiempo del miedo se acabó. Definitivamente.
EXCELENTE REFLEXIÓN