Ya se dio el primer imposible. Obama, representante de todo el imperio, @POTUS en Twitter, President Of The United States, está de visita oficial en Cuba, el último reducto de la Guerra fría, donde el hambre y la pobreza son parte de los escenarios que busca el turismo exótico europeo para corroborar de manera directa cómo es la vida en comunismo. Primer jefe de Estado del imperio que pisa suelo cubano desde que lo hiciera John Calvin Coolidgeen el 15 de julio de 1928.

Un hecho histórico sin duda. Un hecho contemporáneo de gran relevancia por todo lo que significa y lo que significará no solo para el comunismo cubano y su ruina, sino también para los países satélites que se reunieron alrededor de la figura del extinto comandante venezolano, primer líder de este siglo de la región en condición de mandatario que declarara su idolatría por el viejo dictador cubano y, especialmente, por su aniquilador sistema de gobierno.

Obama se ha convertido en la estrella de la caimanera. Aunque no fue recibido por los dueños de la isla, explicaron que ese se había hablado así antes, recibió trato preferencial por los medios internacionales, la burocracia comunista y, con mucho énfasis del pueblo cubano que ha llegado a ponerse banderas estadounidenses hasta en los zapatos. Cenas, visitas a lugares históricos, diálogos de Estado, serias declaraciones, chistes, anuncios de grandes inversiones. Hasta el embargo está a tiro de desaparecer. Es posible imaginar lo que será Cuba en pocos años. Ya de hecho la banca internacional está pronosticando crecimientos económicos espectaculares a punta de inversión extranjera a gran escala. Eso sí, a cambio de un paulatino pero firme cambio de sistema de gobierno. Pasar de la prehistoria criminal a la modernidad civilizada. Nada más. A eso fue Obama con familia y todo. Es cosa de tiempo para comenzar a ver otros fenómenos en la región impulsados desde la otra cara de la Cuba que se prepara firmemente para la era posterior a los Castro.

Pero en el mundo diplomático y de las relaciones internacionales hay un asunto que llaman reciprocidad. Así que la movilización del Air Force One, vista por el mundo aterrizando por encima de un poco de carros viejos y un montón de cables pegados a los postes de luz en La Habana, debe ser devuelta con una visita de los hermanos Castro a Miami. No a Estados Unidos ni a Washington. Es a Miami. Donde se bate el cobre desde los años 60 en eso de ser cubano, emprendedor y militante de las mejores formas de la buena vida del capitalismo.

Ver a Fidel y Raúl bajando en el Aeropuerto Internacional de Miami, comerse par de perros calientes con mostaza en la zona VIP de Protocolo Oficial acompañado por una Coca-Cola gigante mientras Obama le presenta al presidente de la Asociación CubanoAmericana en medio de un abrazo colectivo, no tiene precio. Ver a los Castro desfilar en una carroza con forma de tabaco en parada en honor a los hermanos en la Calle 8 de Miami, bajo una lluvia de papelillos, banderas estadounidenses y bombones de chocolate, no tiene precio.

Ver a los hermanos Castro sentados en plena tribuna presidencial del Marlins Stadium, con sendas gorritas con la NY de los Yankees de Nueva York, una cerveza jumbo en la mano derecha y un algodón dulce multicolor en la izquierda, no tiene precio.

Ver a los hermanos Castro, saliendo del Luxury Fashion Shopping at Bal Harbour Shops cargados de corbatas de última generación y perfumes desalmadamente capitalistas, no tiene precio.

Fidel and Raúl. Welcome to United States.

ELIDES J. ROJAS
Twitter: @ejrl

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