El Gobierno en su desespero marcado, está conjugando en acciones derivadas de sus desaciertos, una mezcla de panaceas, sectarismos y discriminación.
La demostración de estas técnicas son las denominadas Clap, que son instrumentos del Gobierno por medio de una supuesta distribución de comida, que no han surtido efectos, buscan palear el altísimo nivel de desabastecimiento y escasez.
Y mediante estos Clap el régimen está presionando a los venezolanos, utilizando bolsas de alimentos para castigar a los miles de ciudadanos que expresan día a día su malestar contra un sistema político y administrativo que fracasó.
Mediante una bolsa de comida, que no trae más que un pollo, una harina precocida y otros productos y que obviamente no alcanzan para satisfacer las necesidades alimenticias de una familia promedio de 4 personas, plantean un método de acoso político plenamente inhumano.
Con estos comités, el régimen pretende menoscabar la voluntad de las inmensas masas demócratas ciudadanas que están convencidas de la necesidad de un cambio de Gobierno, buscan herir en el estómago a los venezolanos, pero su estrategia está arando en el mar.
Maduro y su gobierno se ha caracterizado por su política de discriminación política y social. Cual si fueran Nazis, los efectivos del partido oficialista marcan a los ciudadanos como si su inclinación política o ideológica le diera o restará derechos constitucionales.
Así como ellos criticaban en el pasado el otorgamiento de carnets políticos, el Psuv ha sido aún más descarado y cruel validando a través de listas como la de Tascón, la pertinencia o no de los derechos constitucionales. Como si pensar diferente fuese un delito.
Y es que en esto que llaman revolución, el disenso es una grave ofensa para un modelo político que se basa en el terror y en el hostigamiento, por estas razones pro-hombres de la democracia como Leopoldo López, Manuel Rosales y Antonio Ledezma se encuentran privados de su libertad.
No obstante, el pueblo está dando la más grandiosa de las lecciones políticas. Los venezolanos además de activar la “Operación Agarre”, no se están dejando humillar por aquellos agentes del terror que pretenden atemorizar a la ciudadanía con listados de discriminación o vetándolos en la entrega de una escueta y lánguida bolsa de comida.
Nuestra gente tiene hambre, esto es muy cierto, pero el hambre más poderosa es la de un futuro mejor. Los venezolanos saben que una bolsa de comida con cuatro productos no satisface sus necesidades, nuestra gente está consciente de la necesidad imperiosa de un cambio de gobierno, para la instauración de una economía realmente productiva y que puede “llenar” tanto estómagos, como expectativas ciudadanas.
Debido a esto, en las comunidades populares los medio empleados por el régimen para aterrorizar al venezolano no funcionan; desde hace mucho tiempo el venezolano perdió el miedo y está decidido a cambiar a como dé lugar.
Frente a esta realidad, todos tenemos que estar unidos monolíticamente para ver renacer nuestra amada Venezuela.
¡Lo lograremos!