El gobierno de Estados Unidos ha adoptado una postura más firme ante el caso de Venezuela. El martes pasado, en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el secretario de Estado, John Kerry, hizo un llamado al gobierno venezolano para que permita la celebración del referendo revocatorio que la oposición busca desde hace meses.
“Estados Unidos se une al secretario general de la OEA, Luis Almagro, y a otros en la comunidad internacional haciendo un llamado al gobierno de Venezuela para que libere a los presos políticos, respete la libertad de expresión y de reunión”, dijo Kerry.
El secretario de Estado también añadió que debe aliviar la escasez de alimentos y medicinas, y llevar a cabo “un referendo revocatorio puntual que forma parte del proceso constitucional”.
La propuesta de Almagro de aplicar la Carta Democrática Interamericana al país sudamericano no tuvo una gran acogida en el seno de la OEA, donde Caracas cuenta con aliados firmes como Nicaragua, Ecuador y Bolivia. El organismo regional debatirá en Washington, el 23 de junio, si aplica la Carta, un proceso gradual que podría llevar a gestiones diplomáticas para solucionar la crisis en Venezuela y, en última instancia, a su suspensión de la OEA.
Por eso es oportuno que Washington presione para buscar un remedio a la grave situación en Venezuela. La crisis humanitaria ha puesto al país al borde de una revuelta popular, como dijeron el miércoles pasado en Ginebra tres diputados de la oposición, citados en el artículo Opositores alertan de que Venezuela está al borde de un estallido social [el Nuevo Herald, 15 de junio].
Solamente en 10 días hubo tres muertos en Venezuela durante disturbios causados por el hambre y la escasez, denunció el secretario ejecutivo de la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús Torrealba, el martes pasado. Una escasez inexplicable en un país petrolero que ha disfrutado de los altos precios del crudo durante casi todos los años del chavismo en el poder. ¿Qué ha hecho el gobierno con esos ingresos?
La canciller venezolana Delcy Rodríguez respondió a las demandas del secretario de Estado norteamericano diciendo que “los asuntos internos de Venezuela los dirimen los venezolanos”. La soberanía no se discute. El problema es que si la crisis degenera en un caos, los efectos trascenderían las fronteras de Venezuela. La comunidad internacional, en este caso la OEA, debería entonces tomar medidas para contener el trastorno.
La propuesta de Almagro y la exhortación de Kerry no responden a una vocación intervencionista. Son la respuesta lógica a una situación de crisis en todos los órdenes –político, económico, social– que el régimen de Nicolás Maduro se muestra incapaz de resolver.
En 17 años el chavismo desmanteló el aparato productivo de Venezuela y despilfarró los cuantiosos ingresos petroleros en ayudas internacionalistas que le dieron un gran capital político. Pero la época de las ganancias astronómicas del crudo ha terminado, y ahora la población venezolana está pagando la falta de previsión de un régimen que nadó en la abundancia y ahora da pasos torpes en un burdo intento por sobrevivir.
Kerry hizo muy bien en exigir una solución al problema, y Washington debe seguir insistiendo en que los venezolanos puedan expresarse y definir su futuro en un referendo revocatorio.
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