“A este consumidor que se está concienciando todavía le falta poner en práctica lo que piensa”. Quien muestra esta contundencia es Mariola Marcet, encargada de importar a España el upcycling –el neologismo de los conceptos reciclar (recycling) y mejorar lo que ya tienes (up), como presentaba la edición española de GQ hace unos meses– con su proyecto Upcyclick. Hace un año, comenzó siendo una comunidad a modo de punto de encuentro entre lo que llamaban Fashion Makers (artesanos, modistas y costureros) y Fashion Lovers (seguidores de las tendencias), ahora va más allá.
Después de realizar su propia colección, a la venta en su e-commerce, ofreciendo prendas existentes de temporadas pasadas que han sido customizadas con la ayuda de estilistas, tienen un nuevo objetivo: “Dar salida a las prendas en stockde marcas, actualizándolas con pequeños cambios”. La idea es sólida, está alineada con la tendencia ecológica global y tiene un equipo profesional con experiencia en diseño y empresa, pero difícilmente se mantiene: ahora mismo se encuentra en un crowdfunding tratando de conseguir financiación. La economía circular es la alternativa a la economía lineal, pero estos pioneros en su implantación no lo están teniendo fácil.

© CORTESÍA DE UPCYCLICK
FALDA DE STOCK ACTUALIZADA POR EL EQUIPO DE UPCYCLICK.
Hay mercados y mercados, sí, pero España es uno de los 66 países que cuentan con representación del movimiento global Fashion Revolution. Creado en 2013 como reacción al desastre del edificio Rana Plaza en Bangladés, clama por una reforma sistemática de la cadena de suministro de la moda, y cada mes de abril –cuando se cumple el aniversario de esta tragedia– celebra su campaña mundial Who made my clothes?, en la que invitan a agentes y consumidores de la industria a mostrar la etiqueta de su ropa en un ejercicio de transparencia y reivindicación.
Con este panorama y datos y más datos –como que la fabricación de una única camiseta estándar implica el gasto de 2.700 litros de agua, como comparte Marcet, cuando en 2014 se registraba que el consumo diario medio por español era de 132 litros– que dan la voz de alarma en lo que a la situación del planeta se refiere y la responsabilidad que el sector del vestir tiene sobre ello, el upcyclingse presenta como solución. Sin dilaciones, la revista francesa Antidote se preguntaba si este concepto –y modo de vivir, pensar y consumir– salvaría la moda. En este reportaje, se planteaba la viabilidad de un cambio real más allá del llamado greenwashing, como se conoce a la apuesta ecológica de firmas únicamente para lavar su imagen.

© YANNIS VLAMOS / INDIGITAL.TV
DESFILE DE FAUSTINE STEINMETZ OTOÑO-INVIERNO 2018/19.
Conocido el movimiento, el siguiente paso es, como apostillaba Mariola Marcet, aplicarlo, llevarlo a la práctica. ¿Cómo lo hago si soy consumidor? “El sistema al que nos dirigimos se basa en las tres R: reducir (la compra de productos nuevos), reutilizar y reciclar. Es muy importante el primer punto, ya que solo usamos el 20% de la ropa que tenemos controlada en el armario“. El upcyclingestaría dentro de reutilizar, que nos anima a alargar la vida útil de un producto a través de modificaciones para mejorarlo, además de a comprar ropa de segunda mano. “En España se generan unas 405.000 toneladas anuales de residuos textiles, incluyendo ropa de vestir y del hogar. Si reutilizásemos estas prendas en lugar de abandonarlas o crear nuevas, ahorraríamos muchos litros de agua y CO2”, apunta Marcet.
Por último, el reciclaje es la opción más lógica para las marcas que quieran abrazar este nuevo modelo de (re)producción, al emplear materiales como la poliamida reciclada, que se obtiene a partir de desechos como antiguas redes de pesca, moquetas o retales y que tan buena acogida ha tenido en el sector del baño. La última, una firma del grupo Inditex, Oysho, con sus nuevas colecciones Join Life. Una de las pioneras en España fue Ecoalf, que recientemente colaboraba con Sybilla; entre los nuevos nombres, Paula Cánovas del Vasconfecciona sus colecciones con fibras sostenibles de Eurojersey. Pero estas materias primas no siempre son accesibles para los diseñadores noveles o aquellos que están dando los primeros pasos de su carrera.
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