El paisaje de la región española de La Mancha se ha trasladado temporalmente a un museo del centro de Quito, donde réplicas del inmortal Don Quijote y de su leal Sancho reciben a los visitantes de la exposición “Yo, Cervantes” para contarles anécdotas y curiosidades del autor español más universal.

En la explanada de acceso al Museo del Carmen Alto, sendas figuras de estos dos personajes cervantinos aguardan la llegada del público junto a una reproducción de un molino de viento que recuerda a aquellos que Don Quijote confundió con gigantes y quiso derrotar en uno de los pasajes más famosos del clásico literario.

Pero es el autor de la obra, no sus personajes, el protagonista de la exposición, que repasa su vida desde lo literario y desde lo humano y se detiene en anécdotas, curiosidades y circunstancias históricas para ayudar a comprender al creador.

Porque la intención es que el visitante pueda “descubrir esas anécdotas, esas vivencias personales, el contexto en el que vivió Cervantes para, de esa manera, tener un acercamiento, un abordaje distinto”” al habitual acerca del escritor, dijo el responsable de Museología Educativa de la institución, Jesús García.

Proyecciones de vídeo, cuidados paneles con explicaciones sobre su figura, un ejemplar de la primera edición ecuatoriana de El Quijote y textos sobre la novela escritos por intelectuales del país, como Juan Montalvo, son algunas de las piezas que exhibe el museo en esta muestra, que estará abierta hasta el 31 de diciembre para conmemorar el 400 aniversario de la muerte de Cervantes.

No faltan mapas interactivos, trípticos y facsímiles que “nos hablan de cómo era la vida en la España de los siglos XVI y XVII”, indicó García.

La exhibición explica, entre otras cosas, el origen de su sobrenombre: “El Manco de Lepanto”, por la pérdida de movilidad de un brazo a causa de las heridas que sufrió en la batalla del mismo nombre y recuerda las cuatro veces que estuvo preso, dos por sus avatares como comisario de abastos, una como prisionero de guerra en Argel “y otra por el descrédito de su familia”.

Un recorrido por las salas del museo revela aspectos menos conocidos del insigne autor español, como su origen modesto y los diferentes trabajos que tuvo, pues aparte de escritor y comisario general de abastos fue soldado, recaudador y hasta camarero en Roma.

EL NACIONAL

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