El destacado escritor y periodista, Pedro Emilio Coll, fallecido hace 70 años, un 30 de marzo de 1947, es para muchos el padre de la literatura moderna de Venezuela, pues con su irreverente pluma dejó un legado imborrable marcado por la sencillez expresiva y la ironía.
El escritor caraqueño, nacido el 12 de julio de 1872, estuvo desde muy joven vinculado con autores importantes de la época debido a que su padre era propietario de la Imprenta Bolívar.
Con apenas 22 años inició su producción literaria en la revista Cosmopolis, la cual fundó junto a Luis Manuel Urbaneja Achelpol y Pedro César Dominici en mayo de 1894, dando paso al movimiento modernista de la literatura venezolana.
Colaboró en El Cojo Ilustrado en donde publicó muchos de sus cuentos. Se cree que fue el primer modernista venezolano al librar sus escritos del exceso de metáforas y epítetos característico de las mejores obras surgidas de este movimiento.
Una revolución literaria
La pluma distintiva de aquel maestro dio vida a innumerables textos que han marcado el desarrollo literario y cultural de Venezuela, además de ser de inspiración para otros autores.
Tal es el caso de El diente roto (1890) que claramente sirvió de base para el escrito Desde el Jardín de Jerzy Kosinski.
A la sutileza de aquella obra le prosiguieron:
– Palabras (1896).
– El Castillo de Elsinor (1901).
– Las divinas personas (1925).
– La escondida senda (1927).
– El paso errante (1948).
– La colina de los sueños (1959).
– La vida literaria (1972).
Ímpetu que trascendió la pluma
Coll, además de marcar pauta en la literatura venezolana, también fue funcionario de las delegaciones del Reino Unido, España y Francia.
Asimismo, en 1899 perteneció a la directiva del Ministerio de Fomento durante el gobierno de Juan Vicente Gómez.
En 1913 fue Ministro de Fomento. Y posteriormente, desempeño cargos como Secretario de Instrucción Pública, Fiscal de Bancos, Senador y Presidente del Congreso Nacional.
En 1911 se le incorporó como Individuo de Número de la Academia de la Lengua y en 1934 ingresó como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia.
En 1936 fue nombrado ministro consejero en Washington pero no llegó a asumir al cargo.