Es raro que yo escriba esto en medio del lamentable desastre que tenemos en nuestro amado país. Y cuando digo amado, no lo hago para quedar bien.

El gobierno nos arruina e intenta humillarnos y doblegarnos con amenazas, represión y hambruna. Es indignante que los venezolanos más necesitados, sean vejados hasta por más de doce horas, haciendo colas inútiles e interminables para conseguir una miserable bolsa de alimentos básicos. ¡Qué vergüenza ver esto en toda Venezuela!

Aunque parezca contradictorio, soy optimista. Trato de serlo aún en las emergencias, ya que los optimistas con los pies en la tierra siempre saldremos adelante. Sin embargo, a veces, hasta optimistas como yo debemos respirar duro para seguir caminando entre los escombros de lo que aún es un maravilloso país, aunque maltratado y golpeado por comunistas sin alma.

Perdonen, estimados lectores, pero estoy muy arrecho. No puedo acostumbrarme a lo malo. El aeropuerto de Maiquetía y el extraordinario y único piso diseñado por este gigante llamado Cruz Diez está en estado de abandono. Está destruido. Da pena. Casi todos los aeropuertos de Venezuela están iguales, ni siquiera tienen aire acondicionado. ¡Son una vergüenza!

Las carreteras, las autopistas, los túneles, los parques, el alumbrado, el Metro, las papitas de McDonald´s. Todo deteriorado o en vías de destrucción.

Es esa la razón del título de hoy. Lamento escribir esto pero lo malo se pega. Al parecer, en Venezuela, el comunismo destructor también ha llegado a McDonald´s.

Se supone que McDonald´s es una marca que representa la perfección estadounidense en cuanto a la atención, calidad de productos, en lo bonito y en lo limpio del lugar. McDonald´s, arquitectónicamente, está diseñado para atrapar al cliente incluso independientemente de la comida que sirven. Un día podemos sentir antojo de comer unas papitas fritas o un helado que los preparan muy bien… bueno, en otros países.

Tenía antojo de papitas fritas de McDonald´s y fui a la sede de La Castellana en Caracas. Qué pena. Qué horror. Qué vergüenza lo que pusieron en esa bolsita tan bonita y famosa. Aquello, literalmente, era un boronero grasoso. Tampoco había el helado con el sabor que mi hija quería. Es evidente el abandono de los McDonald´s a escala nacional. De noche, en algunos de ellos, sus orgullosos arcos amarillos, humillados, están a medio prender, rotos o apagados.

Qué pena con los norteamericanos que cuidan tanto sus vainas.

 

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