Oprah Winfrey ha salido de la televisión. Desde hace varias semanas lleva su optimismo y su leyenda por una gira de ocho ciudades estadounidenses en las que, rodeada de líderes espirituales y autores, comparte su lema de siempre: “Vive tu mejor vida”. Fiel a su carrera desde el otro lado de las pantallas de televisión, la audiencia se convierte durante dos días en multitudes de más de 10.000 personas que quieren presenciar en directo cómo la señora Winfrey intenta convencerles de que ellos también pueden tener lo que quieren.

“Nunca pensé que no podría lograr lo que soñaba”, confiesa Winfrey, vestida de gala, envuelta en una luz azul. Recién cumplidos los 60 años, asegura que la gira era uno de sus sueños. Al día siguiente, ya en vaqueros y rodeada de autores a los que ha admirado y que antes han pasado por su plató, recopila argumentos a favor de ese giro en sus vidas que tantas personas ansían y que, al menos para Oprah, consiste en aspirar siempre a mejor.

“Os he traído mi colección de robles”, asegura ante una pantalla que evoca imágenes de su casa en California. La joven Winfrey, mucho antes de convertirse en estrella de la televisión o en una de las mujeres máss ricas de Estados Unidos (Forbes le calcula 2.400 millones de euros), soñó un día con tener seis robles en su jardín. Cuando se quiso dar cuenta —“a veces la vida te guarda sueños más grandes de los que eres capaz de imaginar”— vivía rodeada de ellos. La historia no es nueva. Los miles de seguidores —en su mayoría mujeres— entre la audiencia ya la han escuchado antes en entrevistas, discursos y otras presentaciones. Ahora Winfrey la repite para convencer, aunque solo sea a un miembro del público, de que también pueden avanzar en su vida a velocidad de crucero.

El Tour de Oprah ha conquistado a jóvenes y veteranas espectadoras de su programa. Hay asistentes que se declaran “hijas de la generación OWN”, como se conoce a su canal de televisión. Otras acuden acompañadas de hijas y nietas. La mayoría tienen el mismo reflejo en cuanto comienza la intervención de Winfrey: sacan cuaderno, bolígrafo y anotan.

La presentadora recuerda la suerte de haber nacido el mismo año que el Tribunal Supremo prohibió la segregación racial en las escuelas y que su abuela le inculcara la lectura mucho antes que a ninguno de sus compañeros de clase. Pero también cuenta la historia de tantas mujeres afroamericanas de su generación, los abusos que sufrió durante su adolescencia, una violación a los 14 años y varios intentos desesperados por abortar. El bebé moriría a las dos semanas de nacer. “El amor no pega”, repite ahora Winfrey. “Todos debemos saber que ‘no’ es una frase completa”.

Ni siquiera aquello hizo cambiar de rumbo a la primera afroamericana en liderar un programa de televisión durante un cuarto de siglo. “Mi abuela solía decirme que tenía que conseguir una familia blanca”, explica la presentadora, en referencia a la servidumbre en la que trabajaban las mujeres negras desde su adolescencia. “A veces me gustaría que estuviera aquí para ver cuántos blancos tengo”. Hay muchos entre los asistentes. Son mayoría en el amplio equipo de producción del show.

Esa capacidad de reinvención personal, de la que no hay mejor prueba que Winfrey, es la característica que tienen en común todos los expertos y protagonistas con los que comparte el escenario: Deepak Chopra, líder espiritual que ha conquistado Estados Unidos con decenas de libros en las últimas décadas después de abandonar la medicina. El filósofo y poeta Mark Nepo, otro bestseller en el género de la espiritualidad —“Nadie puede vivir tu vida por ti y nadie puede hacerlo solo”, afirmó—, superviviente de un cáncer en su juventud. Iyanla Vanzant, una mujer que comparte una historia tan dolorosa como la de Winfrey y que es ahora mismo la única voz de la televisión con legitimidad para ayudar a la comunidad afroamericana a sacudirse el peso del pasado. Y Elizabeth Gilbert, la mujer que enseñó al mundo lo que significa dar un giro de 180 grados a tu vida en el libro Comer, rezar, amar, convertida ya en autora de uno de los discursos literarios más feministas de la actualidad. “Tu vida es mucho más interesante cuando decides ser tu propio héroe”, dijo esta desde el escenario en Washington.

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