“Tengo muchas ganas de saber qué pasó por fin con La Casona. Sí, la grandota que está en La Carlota, la verdadera residencia oficial de los mandatarios de la Nación, donde aún parece que viven los hijos del difunto presidente, sin que les corresponda ese derecho. ¿Será que ellos no completaron los recaudos para la adjudicación del apartamentico de la Gran Misión Vivienda? ¿O será que se los asignaron en Ciudad Caribia, pero, el calor y las precarias condiciones de la zona –aunadas a la inseguridad- los ahuyentó, obligándolos a permanecer en la vivienda presidencial? ¿De cuánto será la renta que paga Arreaza para poder vivir allí con Rosa Virginia y el resto de la familia?”. Con estas palabras, y otras más dedicadas a la hipocresía de la familia presidencial que encabezan Cilia Flores y Nicolás Maduro, el comunicador social José Domingo Blanco, cuestionó en su columna semanal la irregularidad que desde hace años los entes contralores de la República, incluyendo a la Asamblea Nacional, ignoran sobre la sede residencial de la Presidencia y el peculado de uso que estaría cometiéndose en este caso de manera continuada.