—¿Qué sembró el país para recibir semejante cosecha?
—Quizás una confianza desmedida, dejar en manos de otros aquello que nos toca como ciudadanos. Y el siempre pensar que nadie sería capaz de arrebatarnos tanto. Además de los pecados de la inmadurez: jactancia, presunción y personalismo.
—¿Cómo armarse espiritualmente para sobrellevarla?
—Cuidando el jardín privado: vida, salud, familia y lo amado. Y que todos, desde nuestra trinchera, tenemos que incorporarnos a la lucha por aquello en lo que realmente creemos.
—¿Qué hay oculto entre el cielo y la tierra venezolana?
—Lo escondido es la transformación efectuada, esa que nos ha llevado a pasar de ser un pueblo inocente y manipulable, a conocer nuestro poder de lucha y hacernos respetar.
—Tras 18 años de retroceso integral, ¿recordar es vivir?
—La memoria nos tiene que servir para mantener presente aquello que ¡nunca más! podemos aceptar.
—¿Se despertaron lados oscuros en el siglo XXI?
—Sí; amaneció el dolor, el deterioro, la mentira, el odio, la impunidad, el radicalismo, y ahora hay que verlo con claridad para saber que eso siempre estará ahí y hay que hacer un trabajo personal e interno, así como social, para no volverlos a despertar y no dejar que protagonicen nuestro devenir.
—¿Está pagando karma el pueblo?
—No lo sé, pero nos tocó madurar desde el dolor. Una autopista “rápida” y cruda para crecer.
—¿Le falta aprender más al soberano?
—Siempre faltarán cosas, nunca se termina de aprender. Sin embargo, después de dieciocho años, no cabe duda de que ya no somos los mismos.
—¿Qué se posesiona de los uniformados cuando cometen atrocidades?
—La peor y más atroz versión de aquellos a quienes se les confiere poder.
—¿Y de Maduro cuando banaliza su masacre?
—La inconsciencia y su desconexión total de su verdadera responsabilidad.
—Ante la represión, ¿el mejor escudo para las fuerzas demócratas?
—Vencer el miedo y mantener la dignidad como pueblo.
—¿Se impondrá la constituyente?
—Jamás, esa imposición terminó de despertar a las masas.
—¿El origen de tanto odio?
—El odio es el lado oscuro del amor. Es el amor herido profundamente y no es fácil sanar esas heridas, no tenemos cultura para ello.
—En política, ¿hay amores que matan?
—No, el amor no mata, mata la pasión, nos ciega, nos encasilla, nos traiciona. Recordemos que la pasión nos posee, el amor se construye. Aquí está claro que se construyó poco o nada.
—¿Y clarividentes que llevan años matando la esperanza de algunos?
—Allá ellos con sus consciencias. Con una historia como la vivida, los hechos ya dijeron lo que había que escuchar.
—¿Qué tipo de charlas impartiría a los poderes públicos?
—Unas que cambiaran por completo la concepción del servicio y la actitud del servidor. Eso está muy desvirtuado.
—¿Qué pasa por el alma cuando el fanatismo cubre el cerebro?
—El alma entra en sequía, se pierde el bosque por quedarse en la rama.
—¿La mejor cura?
—Decidir qué queremos realmente: venganza o justicia. Cuando se decide venganza es saludable cavar dos tumbas; una es para el vengador.
—Por fin, ¿tiene la población el gobierno que se merece?
—Quizás el que necesita para transformarse, aquel que despierte esos aspectos dormidos que nos da la adulación, la confianza desmedida, el deseo de poder y el camino fácil para que otros nos den sin esfuerzo alguno.
—Aun cuando el apoyo al gobierno es de 10%, ¿debe poner el 90% la otra mejilla?
—Nunca. La otra mejilla se desdibujó de tanto golpe.
—¿El destino de una minoría idólatra?
—Reconocer los pies de barro de sus ídolos.
—Profesor de literatura, ¿qué lectura recomienda hoy?
—Toda aquella que nos enseñe inteligencia emocional como camino a la verdadera espiritualidad.
—Luego de todo esto, ¿un ejercicio para el chavismo?
—Revisar, reconocer que hubo y hay muchos errores y aceptar que este pueblo despertó.
—¿Otro para la oposición?
Deponer el personalismo y evitar convertirse en eso que tanto odia.
—¿Se recuperará el espíritu de la democracia?
—Sin duda. Creo que comunismo, dictadura, censura, personalismo, confrontación, radicalismo serán palabras y sentimientos difíciles de digerir en muchos años.
—¿Ve luz al final del túnel?
—Siempre; me declaro un ser optimista, a mucha honra. Esto no es ni será una cueva, siempre será un túnel.
—Como astrólogo, ¿qué deparan los astros para Venezuela?
—Una transformación de gran magnitud. Pasará mucho tiempo para darnos cuenta de cuánto hemos cambiado.
—A diez años del cierre y el robo de sus equipos, ¿volverá RCTV?
—Sin duda, volverá una RCTV renovada. Recordemos que lo que se fue, se fue; y aquello que vuelve volverá distinto, quizás más perecida a su audiencia transformada.
—¿Qué pasaría en Venezuela si el presidente fuese un guía espiritual?
—No sé, hay guías de guías. Me encantaría que fuera un ser consciente y con gran inteligencia constructiva. Para mí, esa es la más sana espiritualidad.