Incluso bajo la lluvia, la despedida a Juan Gabriel se transformó en una fiesta popular.
Imitadores, bailarines y admiradores acudieron el lunes al Palacio de Bellas Artes, el recinto cultural más importante de México, y a los alrededores del centro histórico de la capital mexicana para despedirse del cantante y compositor que falleció el domingo 28 de agosto.
Miles de personas esperaron en largas filas para entrar y ver las cenizas del artista, que llegaron el lunes a la capital desde Ciudad Juárez, en la frontera norte de México. Minutos antes de las cinco de la tarde, los restos de Juan Gabriel fueron colocados en el vestíbulo del palacio por Iván Gabriel, su hijo mayor, quien estuvo acompañado de funcionarios mexicanos de la cultura y las artes. Iván colocó en un pedestal la urna de madera adornada con una placa plateada que llevaba grabada la imagen de la Virgen de Guadalupe y, en letras cursivas, las iniciales AAV: Alberto Aguilera Valadez, el nombre de pila del artista.
Con la llegada de las cenizas comenzó también el homenaje musical. “Amor Eterno”, uno de los temas más conocidos de Juan Gabriel, fue interpretado por el tenor mexicano Fernando de la Mora y el Mariachi Mi Tierra, el grupo que lo acompañaba en sus giras. A los costados, en las escaleras, había inmensas coronas de flores de la presidencia de la República y de artistas cercanos al cantante como Luis Miguel.
Afuera, al inicio de una de las largas filas para entrar a Bellas Artes, Corina Jiménez esperaba cabizbaja, ajena a la fiesta que se improvisó en la Alameda Central, la plaza contigua al palacio. Mientras en los altavoces sonaba “Querida” y los demás bailaban y cantaban, Jiménez, de 49 años y vestida de negro, permanecía en silencio. Llegó a las ocho de la mañana del sábado, tras haber recorrido en autobús los 750 kilómetros que separan al estado de Tamaulipas, al noreste del país, con la Ciudad de México.
“Ellos vienen por fiesta, pero yo vengo a despedirlo”, dijo Jiménez. “A diferencia de otros, yo vengo con un duelo”.
Jiménez contó que conoció a Juan Gabriel en 1988 en Monterrey después de un palenque (peleas de gallos en las que se presentan artistas en el redondel). Ese día había llevado fotografías de un concierto anterior y él estampó en ellas su autógrafo.
Desde entonces lo siguió en conciertos y encuentros con fanáticos cada vez que pudo. El último de ellos: apenas el pasado 7 de julio en San Carlos, Sonora, al noroeste de México. Esa fue la última vez que Corina pudo verlo.
Solo consiguió hablarle unos segundos, pero lo felicitó por sus 45 años de carrera.
“Si lo pudiera tener enfrente otra vez le daría las gracias por esos bellos momentos que nos dio”, dijo, a punto de llorar.
Los administradores del Palacio de Bellas Artes esperaban que por lo menos medio millón de personas pasaran frente a las cenizas de Juan Gabriel para rendirle tributo. El palacio informó que mantendría las puertas abiertas hasta el martes 6 de septiembre, pero no especificó una hora de cierre. Después del homenaje, se espera que las cenizas de Juan Gabriel regresen a Ciudad Juárez para estar con su familia en la residencia del cantante.
En la Alameda se colocaron 12 pantallas gigantes donde el Canal 22 —emisora pública y cultural del país— transmitió el homenaje, con actuaciones del mariachi de Juan Gabriel y artistas que interpretaron su obra, como Aída Cuevas, Lucía Méndez y Daniela Romo. También participó La Sonora Santanera, un grupo de música tropical que lleva ya 60 años en la escena musical mexicana.
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