La nevera vacía es uno de los dramas habituales de la vuelta de vacaciones. La buena noticia -por decirlo de algún modo- es que podemos aprovechar la ocasión para empezar a ordenarla en condiciones y colocar cada cosa donde toca. Porque, pese a que parece algo bastante sencillo, es posible que, llevados por la inercia y la costumbre, llevemos toda la vida colocando las cosas mal.
Sí, ya sabemos que dan mucha rabia esas listas que enumeran nuestros errores, pero unos sencillos consejos pueden conseguir que la comida (cocinada o no) se conserve mejor y dure más tiempo en nuestro frigorífico, además de, por supuesto, ayudarrnos a evitar cualquier riesgo. Por eso le hemos pedido consejo a Lluís Riera, experto en seguridad alimentaria en la empresa SAIA, para que nos explique cómo ordenar correctamente nuestra nevera ahora que, posiblemente, todavía esté medio vacía.
La temperatura correcta. Nada de jugar con los mandos de la temperatura, calculando a ojo si es mejor más o menos frío. La temperatura correcta para la zona de la nevera es 4 grados y para el congelador 18 bajo cero. El frío “pesa” -nos explica Riera-, así que la zona inferior del frigorífico es siempre más fría que las baldas superiores. Un dato básico para pensar el orden de los alimentos. Por cierto, si la nevera ha estado apagada en vacaciones, mejor ponerla en marcha vacía 24 horas para que pueda recuperar su temperatura.
Crudos y elaborados. Teniendo en cuenta no sólo la temperatura, sino los riesgos de cada alimento, los productos crudos deberían estar en la zona inferior para evitar que al gotear contaminen el resto de productos. Los ya elaborados (yogures, quesos, comida preparada…) pueden estar en la zona superior sin problemas.
¿Verduras al cajón inferior? Aunque la mayoría de las neveras reservan al menos uno de los cajones inferiores para las verduras, en realidad no es muy buena idea. Ya hemos dicho que es la zona más fría, y a las frutas y hortalizas no les sienta nada bien una temperatura tan baja. De hecho, mucha de ella estaría mejor fuera de la nevera que dentro pero, en cualquier caso, esos cajones son mucho más adecuados para la carne o el pescado, a no ser que se trate de una nevera con zonas de temperatura reguladas.
La leche en la puerta, también mal. Otro error habitual que, en gran parte, es culpa del diseño de las neveras. Colocar la lecha abierta en la puerta de la nevera no es una buena idea, sobre todo si se abre mucho. Se trata de un alimento muy sensible y de fácil contaminación al que los cambios de temperatura no le sientan nada bien. El problema -nos explica este experto en seguridad alimentaria- es que resulta complicado colocarla en cualquier otra parte, por lo que si la consumismos dentro del periodo recomendable (3 días una vez abierta) tampoco pasa nada.
¿Los huevos en la nevera? Es una de las dudas habituales cuando se habla de conservación de alimentos: ¿Por qué en el supermercado los huevos están fuera y luego los ponemos en la nevera? En teoría es para evitar cambios de temperatura, aunque si tenemos una despensa fresca ese será el mejor sitio para dejarlos. En todo caso, dentro de la nevera, la posición tradicional de las hueveras (arriba del todo) es un error, porque este es uno de los alimentos con más riesgo de contaminación y, como hemos dicho, este tipo de productos están mejor en las zonas inferiores y en su propia huevera.
El típico medio limón. Si de verdad la nevera se ha quedado vacía en verano es posible que dentro sólo haya quedado un triste y reseco medio limón. Un supuesto truco habitual para evitar malos olores. ¿Pero funciona? “Mejor zumo de limón directamente, porque el limón deja de hacer de ambientador natural en cuanto se seca”, nos explican. En todo caso, para evitar los malos olores lo mejor es tener todo perfectamente empaquetado y en recipientes herméticos. Y limpiar la nevera, claro.
Orden y limpieza. Obligarnos a limpiar la nevera con cierta periodicidad puede ser un buen propósito casero para el nuevo curso. También seguir un orden basado en lo que los expertos llaman FIFO (First In First Out), es decir, que lo que primero entra es lo que primero consumimos para evitar sustos con la caducidad. Por eso, al colocar algo deberíamos llevarlo hacia el fondo, dejando a mano lo que ya estaba por allí.