El periodista Glenn Greenwald destapó el espionaje masivo de la NSA y su manipulación de la intimidad de los usuarios en las redes. Glenn Greenwald fue, junto con la documentalista norteamericana Laura Poitras, el único periodista que colaboró directamente con Edward Snowden durante los días en que se gestó la mayor filtración de la historia de EE.UU. Sus informaciones destaparon el entramado de espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y su manipulación de Google y Facebook para conocer la vida íntima de millones de usuarios de la web. Por esa cobertura, el periódico para el que colaboraba, «The Guardian», consiguió el premio Pulitzer 2014. Ayer presentó su libro «Sin un lugar donde esconderse» (Ediciones B).
—Después de abandonar el Guardian en octubre, y de todas las críticas recibidas por buena parte de los grandes medios de comunicación de su país. ¿Ha podido rehacer su carrera?
—Sí, abandoné el Guardian para iniciar un proyecto de periodismo de investigación libre con otros profesionales. Un periodismo ajeno a las presiones típicas de las grandes empresas.
—¿Y cómo piensa financiarlo?
—Por suerte, tenemos el apoyo del fundador de eBay [Pierre Omidyar], que está entre los 150 hombres más ricos del mundo. Nos ha prometido invertir 250 millones de dólares. Aunque por ello fui muy criticado, tenemos la garantía de que no va a influir en nada.
—¿Incluso si quieren denunciar irreularidades en eBay?
—Sí, por supuesto.
—En su libro se refiere a Snowden como un héroe de nuestra era. ¿Depender de una sola fuente no le hace cómplice de sus intenciones? ¿ «Chivatos» como él, Manning o Falciani van a ser habituales en el futuro?
—En la actualidad, grandes empresas guardan una gran cantidad de información en formato electrónico lo que facilita que una sola persona pueda sacar a la luz cientos de historias. Además, gracias a estos «chivatos» vamos a saber qué está pasando en el mundo».
—¿En qué se diferencian Manning y Snowden?
—Significan lo mismo. Solo que Manning lo hizo antes.
—¿Qué opinión le merece Julian Assange?
— Yo he apoyado la labor de Assange desde hace mucho tiempo aunque él me haya criticado por no publicarlo todo; por haber eliminado determinada información que puede ser peligrosa para algunas personas. De todas formas, a mí me importa más la opinión de Snowden que la de Assange.
—Snowden se encuentra recluído en Moscú y usted solo ha podido visitar un par de veces EE.UU., su país. ¿Ha valido la pena todo esto?
—Sin duda, incluso lo que ha ocurrido es mucho mejor de lo que esperábamos. Nuestra filtración ha servido para que por primera vez el Congreso norteamericano decida limitar las acciones de espionaje. Además, hay grandes empresas como Google o Facebook que tienen mucho miedo de cómo puede afectar el espionaje a su negocio. Estas empresas son víctimas, sí, pero también, en cierta manera, cómplices.
La gente no sabe hasta qué punto están invadiendo su seguridad. Hay encuestas en EE.UU. que muestran que cada vez son más los norteamericanos que se sienten amenazados en su vida privada.
—¿Usa actualmente Google o Facebook?
—No, ahora no. Antes sí que utilizaba Gmail, y Facebook solo para subir fotos de mis perros. Desde que conocí a Snowden solo recurro a empresas que se toman la seguridad en serio. Todo encriptado.
— ¿Por qué decidió quedarse Snowden en Rusia, país centro de críticas y con una larga tradición de espionaje ¿No ha afectado a su imagen pública?
—En primer lugar, Snowden no eligió Rusia, no le apetecía nada quedarse allí, solo era una parada en el camino. Él pretendía volar de Moscú (donde permaneció cinco meses atrapado en el aeropuerto) a La Habana y de ahí a Quito para quedarse en Ecuador, que le garantizaba su seguridad. Pero EE.UU. forzó la situación para que se quedara y así demonizarlo.
—¿Van a detenerle?
—En los primeros meses me amenazaron con llevarme a Estados Unidos y allí encausarme. Ahora intento ir con mucho cuidado.
— Hace unos días, su país denunció a cinco militares chinos por espionaje comercial. ¿Solo pretenden investigar los «trapos sucios» de EE.UU.?
—Nunca pondré impedimentos a una historia que valga la pena. Pero la principal obligación para un periodista norteamericano es investigar a su propio Gobierno. Y con respecto a la denuncia, la hipocresía siempre está presente en la política exterior de EE.UU. Están tan acostumbrados a condenar a otros países por algo que ellos repiten sistemáticamente que ya se ha convertido en un hábito.
— La reacción de muchos fue: «Lo del espionaje ya lo sabía; mientras yo viva bien, llegue a fin de mes y me sienta seguro, me da igual que me espíen, si no he hecho nada malo…». ¿Qué le dice usted a esa gente?
—No saben lo que dicen. Siempre que alguien me comenta eso, yo le pido que me envíe sus contraseñas, del correo electrónico, de sus perfiles en redes sociales… Necesitamos un lugar para pensar sin que nadie nos observe y nos juzgue. La vida privada es algo que todos debemos preservar. Por eso esta historia ha tenido este impacto.
F. J. CALERO