Con la inflación más alta del continente americano y con al menos cinco devaluaciones en la última década, Venezuela sigue siendo un signo de interrogación para las empresas.

El Gobierno fija los precios de toda clase de productos, desde las mantequillas hasta los televisores y limita las ganancias corporativas al 30%.

Aún así, cualquier utilidad se desvanece rápidamente por que la inflación anual en Venezuela bordea hoy en día el 60%.

Esto ha hecho que incluso los controles de precios se extiendan a los productos básicos y exacerbe la escases de los productos de primera necesidad como la harina de maíz o el papel higiénico que desataron de hecho las protestas que se vienen desarrollando en Venezuela desde principios de febrero.

A esto hay que sumarle el hecho de que en poco más de un año el Gobierno instauró un sistema de tres tipos de tasas de cambio, esto ha creado un mercado negro.

Más de un centenar de multinacionales, entre ellas, Avon y GoodYear han citado las tasas de cambio en Venezuela como un factor en el descenso del crecimiento de sus ganancias generales.

Estos también ha desencadenado en una escasez de dólares lo cual es un problema bastante crítico para Venezuela porque este país importa hasta el 80% de lo que consume.

La escasez de la moneda estadounidense está truncando muchos negocios porque las empresas simplemente no tienen suficientes dólares para pagarles a sus proveedores.

Este problema está afectando de manera particular a la industria automotriz.

La estadounidense Ford, por ejemplo, ha tenido que suspender de manera temporal la producción de su vehículo Fiesta y otros modelos en Venezuela.

General Motors ha advertido por su parte que cada devaluación del 10% del bolívar va ocasionar una rebaja contable en sus finanzas de hasta 100 millones de dólares.

NOTICIAS MUNDO FOX / WALL STREET JOURNAL AMERICAS

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