Las redes de camiones que distribuyen alimentos han sido sometidas a ataques constantes, por lo que ahora la comida en Venezuela debe ser transportada con la protección de vigilantes armados.
Soldados vigilan las panaderías. Las balas de goma de la policía antidisturbios son utilizadas contra las multitudes desesperadas que asaltan tiendas de comestibles, farmacias y carnicerías. Una niña de 4 años murió luego de recibir un disparo mientras bandas callejeras se peleaban por comida.
Venezuela está convulsionada por el hambre.
Hace poco, cientos de personas en la ciudad de Cumaná, el hogar de uno de los héroes de la independencia, saquearon un supermercado mientras reclamaban por los alimentos. Forzaron la enorme puerta de metal que resguarda el local y entraron arrebatando agua, harina de maíz, sal, azúcar, papas y cualquier cosa que encontraron. Solo dejaron los congeladores rotos y los estantes volcados.
Esto demuestra que, incluso en el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, es posible que la gente desate revueltas porque no hay suficiente comida.
En estas dos semanas más de 50 disturbios, protestas y saqueos en masa han estallado en todo el país. Decenas de empresas han sido saqueadas o destruidas. Al menos cinco personas han muerto.
Esta es la Venezuela que sus actuales líderes se comprometieron a evitar.
En uno de los peores momentos de la nación, los disturbios se extendieron desde Caracas en 1989, y han dejado cientos de muertos por la represión de las fuerzas de seguridad. Estos hechos son conocidos como el “Caracazo”, desatado por los bajos precios del petróleo, los recortes en los subsidios y una población que se empobreció de repente.
El presidente Hugo Chávez dijo que la incapacidad del país para proporcionarle alimentos a la población, y la represión del Estado, eran las razones por las que Venezuela necesitaba una revolución socialista.
Ahora sus sucesores se encuentran en una crisis similar o incluso peor. La nación busca cómo alimentarse en medio de la desesperación.
El colapso económico de los últimos años ha incapacitado la producción nacional de alimentos o la importación de los rubros necesarios. Las ciudades se han militarizado por un decreto de emergencia del presidente Nicolás Maduro, el hombre que Chávez escogió para continuar su revolución.
“Si no hay comida habrá más disturbios”, dijo Raibelis Henríquez, de 19 años, que esperó todo un día para comprar pan en Cumaná donde al menos 22 empresas fueron atacadas en un solo día la semana pasada.
Sin embargo, aunque los disturbios y enfrentamientos suceden en todo el país, el hambre es la mayor fuente de inquietud. El 87 por ciento de los venezolanos dicen que no tienen dinero suficiente para comprar alimentos, según reveló un estudio reciente de la Universidad Simón Bolívar.
Alrededor del 72 por ciento del salario mensual se gasta en la compra de alimentos, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros.
En abril, el centro divulgó un estudio en el que demostraba que una familia necesitaría 16 salarios mínimos para lograr una alimentación balanceada.
Al preguntarle a la gente de Cumaná cuándo fue la última vez que comieron, muchos respondieron que no habían podido alimentarse ese día.
Entre ellos estaba Leidy Córdova, de 37 años, y sus cinco hijos: Abran, Deliannys, Eliannys, Milianny y Javier Luis de edades comprendidas entre uno y los 11 años. El jueves por la noche la familia no había comido desde el mediodía del día anterior, cuando la madre hizo una sopa de piel de pollo y grasa que había encontrado barata en la carnicería.
“Mis hijos me dicen que tienen hambre”, dijo Córdova mientras la miraba su familia. “Y todo lo que puedo decirles es que hay que sonreír y aguantar”.
Otras familias tienen que elegir lo que van a comer. Lucila Fonseca, de 69 años, tiene cáncer linfático y Vanessa Furtado, su hija de 45 años, tiene un tumor cerebral. A pesar de estar enferma, Vanessa deja de comer para que su madre no se salte las comidas.
“Antes yo era gorda, pero ya no”, dijo la hija. “Nos estamos muriendo mientras sobrevivimos”. Su madre agregó: “Ahora estamos viviendo la dieta de Maduro: no hay comida, no hay nada”.
Los economistas dicen que luego de años de mala gestión económica —que empeoró por los bajos precios del petróleo, la principal fuente de ingresos de la nación— ha colapsado el suministro de alimentos.
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