Como detenidos en el tiempo, en medio de la montaña y cubiertos por la densa vegetación característica de los Altos Mirandinos, unos treinta vagones del antiguo Ferrocarril de Venezuela se han convertido en un atractivo ecoturístico que cada mes atrae a cientos de venezolanos procedentes de todo el país.

Se les conoce como los “vagones fantasmas del tren El Encanto”, llegar hasta el lugar donde hace más de medio siglo se detuvieron en su recorrido entre los Valles de Aragua y la capital mirandina, lleva algo más de cuatro horas en una caminata llena de adrenalina e historia.

“No es solo hacer trekking -modalidad de excursionismo que consiste en recorrer a pie largas distancias- sino de aprender un poco más sobre nuestra historia”, reseña Jorge Navas, uno de los guías de Marejada Team, un grupo dedicado al turismo de aventura y ecoturismo conformado por más de 50 profesionales de diferentes puntos del país.

La estación Independencia del Metro Los Teques es el punto de encuentro e inicio del recorrido. Los guías reciben a los aventureros procedentes de Caracas, Aragua e incluso Carabobo, a las 8:00 am. La ruta la realizan al menos dos sábados al mes.

La caminata comienza por el centro de la ciudad, la primera parada es en la avenida Bermúdez, justo en el punto en el que hace más de un siglo se encontraba una de las estaciones del sistema ferroviario más importante del país; hoy en su lugar hay una tienda de ropa.

Su construcción inició, al igual que el Ferrocarril Inglés, por orden y concesión del presidente Antonio Guzmán Blanco a Friedrich Alfred Krupp en 1887, siendo ésta traspasada el año siguiente a la compañía anónima “Grosse Venezuela Eisembahn Gesellschafts”. Luego de seis años de trabajo fue finalmente inaugurado el primero de febrero de 1894, durante el segundo mandato presidencial de Joaquín Crespo.

Durante la caminata es posible ver parte de los rieles, algunas piezas fueron robadas y otras quedaron sepultadas en derrumbes y la maleza. A unos tres kilómetros, detenidos sobre uno de los 182 viaductos y 212 puentes, se encuentran los vagones fantasmas.

El ferrocarril tenía 32 carros para pasajeros, 131 para carga y 30 para transporte de ganado. “Tienen más de 50 años detenidos aquí”, indica Navas mientras pide a los turistas evitar hablar alto y no golpear las estructuras para evitar molestar a las abejas. En 1966 se realizó el último viaje del Gran Ferrocarril de Venezuela, entre las estaciones Palo Grande de Caracas y San Blas de Valencia.

Están vacíos. Muchos ahora fungen como enormes materos que contienen en su interior árboles, helechos y nidos de animales. Aún se puede leer la placa de sus construcción y es posible subirse al techo para desde ese punto observar el paisaje.

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