Un australiano vio de un día para otro como su cuenta bancaria era infinita, y terminó gastándose 2 millones de dólares en todo lo que quiso

Luke Brett Moore, de 27 años de edad,  ha vivido en los últimos años en una verdadera montaña rusa: pasó que quedar cesante, sin saber cómo pagaría la hipoteca a tener una cuenta bancaria en la que podía pedir de forma ilimitada dinero prestado y por un extraño motivo, nadie se lo cobraba.

Fueron en total cerca de dos millones de dólares los que este australiano fue pidiendo y gastando en 2010 de esta cuenta de la suerte del St George Bank, según señalan medios británicos donde han replicado esta historia.

En un comienzo se trataron de préstamos medidos, justos para pagar las cuentas, hasta que notó que podía transferirse hasta 50 mil dólares de una sola vez; y no tardó mucho tiempo en gastar el dinero en otros asuntos: “Fui a clubes de topless y gasté cientos de miles en mujeres, alcohol, cocaína y todo lo demás”, señaló el diario español ABC, uno de los tantos que ha compartido la historia.

Brett Moore también se compró un Alfa Romeo 156, que luego cambió por un Hyundai Veloster, auto que fue adquirido únicamente para viajar a desde Goulburn a Sídney y cambiarlo por un Maserati.

“Volé a Surfer’s Paradise -un centro turístico en la costa occidental de Australia- para unas vacaciones de una semana. Me gustó y terminé quedándome”, ha recordado el australiano. Sus compras de la época fueron una polera de básquetbol autografiada por Michael Jordan, un cd y firma de Michael Jackson, un cuero de tambor firmado por Amy Winehouse y hasta una obra de Banksy.

Era la vida soñada de cualquier persona con mucho dinero y que no sabe en qué gastarlo. Hasta que la fiesta se acabó. “Era 2012 y estaba sentado con mi madre en mi dormitorio en la casa familiar en Goulburn, cuando escuché golpes en la ventana. Para cuando llegué a la puerta principal la policía ya estaba adentro”.

De la cárcel a Hollywood

Brett Moore fue declarado culpable de fraude. Según alega, nadie lo quería defender y quienes lo hicieron, no fue con un trabajo prolijo.

En abril de 2015, fue sentenciado a siete años mínimo de cárcel -según el portal Mashable- y vendría lo que ha calificado como los meses más duros de su vida.

Alejado de su familia y encerrado en su celda, se propuso estudiar su caso y otros similares, para asumir su defensa en un tribunal. Logró salir bajo fianza en agosto de ese año.

“Fui exculpado hace unas semanas; cuando el tribunal derogó la sentencia. De acuerdo con la ley en Australia, en ese momento no estaba bajo la obligación legal de informar al banco lo que estaba sucediendo. El juez dijo que fui deshonesto, pero que no vivimos en una sociedad donde las faltas morales te lleven a la cárcel”.

Hoy, mientras ve cómo su historia sale en medios de su país y del mundo, comentó que se le han acercado personas de Hollywood para conocer su historia y eventualmente, adaptarla al cine. Asimismo, dice haber aprendido que el dinero no lo puede comprar todo, “pero fue bueno mientras duró”.

EL NACIONAL

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