Entre enero y julio de este año los venezolanos han ido menos al cine. El aumento del precio de las entradas, así como la reducción de los horarios en centros comerciales por el ahorro energético están pasando factura. En siete meses las salas han perdido 6,3 millones de espectadores.
Los meses de abril, junio y julio son los que registran caídas de casi 50% en el número de asistentes a salas pertenecientes a circuitos privados como Cinex o Cines Unidos, según estadísticas que manejan exhibidores y distribuidores.
En agosto de 2015, por ejemplo, una entrada para ver Misión imposible: Nación secreta en una sala 2D podía costar 385 bolívares. Unos meses antes, en enero, para ver Grandes héroes en el Sambil Caracas había que desembolsar 105 bolívares.
Ahora, quienes quieran ir a ver Jason Bourne o Escuadrón suicida en 2D tienen que pagar aproximadamente 1.900 bolívares. El precio varía de acuerdo con la ubicación de la sala.
En el estudio Imaginarios y Consumos Culturales, realizado por el Ministerio de Cultura el año pasado, 57% de los encuestados consideraba que el monto de las entradas era caro o muy caro.
Otro factor determinante fue el ahorro energético que entre febrero y julio obligó a reducir el horario de los centros comerciales, donde se encuentra la mayoría de los cines. Hubo lugares que de nueve funciones diarias pasaron a ofrecer tres o cuatro.
Ese contexto hizo que productoras y distribuidores pospusieran algunos estrenos, especialmente de películas venezolanas. Nadie quería correr el riesgo de un fracaso en taquilla, especialmente en un país donde aún existe predisposición a las producciones nacionales.
Según el estudio mencionado 34% no fue al cine a ver películas venezolanas, mientras que 31% solo asistió una o dos veces. Asimismo, 39% respondió que no le interesan los filmes hechos en el país.
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