Los consumidores de LSD experimentan fenómenos conocidos como ‘viajes’ en los que sus sentidos se distorsionan y pueden notar que han perdido el cuerpo y que se mezclan con su entorno. Dos nuevos estudios muestran las primeras imágenes de los efectos que produce esta sustancia en el cerebro y desvelan cómo se origina esta experiencia denominada pérdida del ego. Según los investigadores, esta droga constituiría un tratamiento efectivo contra algunos trastornos psiquiátricos y neurológicos.
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El LSD, una droga psicodélica semisintética, conocida por sus efectos psicológicos, puede provocar experiencias psicodélicas en estado de semiconsciencia a los que la consumen. Aunque cada ‘viaje’ es único, hay efectos y características comunes: confusiones sensoriales –que pueden convertir los olores en colores–, distorsión temporal y disolución del ego, con la que los individuos sienten una pérdida de los límites físicos que separan su cuerpo del resto del universo, pudiendo llegar a experimentar una percepción extrasensorial.

Dos estudios, realizados por los mismos investigadores, han analizado por primera vez con imágenes obtenidas por resonancia magnética funcional cómo actúa el LSD en el cerebro. El más amplio, realizado con 20 voluntarios sanos que recibieron tanto LSD como placebo, revela lo que le ocurre al cerebro cuando las personas experimentan alucinaciones visuales con la toma de esta sustancia.

En condiciones normales, la información que reciben nuestros ojos es procesada en la parte trasera del cráneo llamado corteza visual. Sin embargo, en los individuos bajo los efectos de esta droga contribuyen más áreas cerebrales a este proceso visual. “Observamos cambios en el cerebro bajo efectos del LSD que sugieren que los voluntarios pueden ver con los ojos cerrados”, indica Robin Carhart-Harris, científico en el Imperial College London (Reino Unido) y coordinador de la investigación.

El trabajo, publicado en la revista PNAS,, también arroja luz sobre los cambios del cerebro que subyacen a la profunda alteración del estado de conciencia que la droga produce. “Normalmente nuestro cerebro se constituye de redes independientes que realizan funciones especializadas por separado, como la visión, los movimientos, la audición y la atención, entre otras. Pero con el LSD esa separación de las funciones se descompone y en su lugar se ve un cerebro más unificado e integrado”, aclara Carhart-Harris que asocia esta alteración del estado de conciencia a uno de los efectos que experimentan los consumidores de la droga: la disolución del ego.

“En este sentido, la percepción de uno mismo se desvanece y es reemplazada por una reconexión con los demás y el mundo que le rodea. Esta experiencia encuentra en ocasiones una vía hacia la religión y la espiritualidad, y muestra mejoras en el bienestar una vez que los efectos de la droga han pasado”, añade el investigador.

Lo que las imágenes muestran de la pérdida del ego

El segundo estudio, publicado hoy en Current Biology, se centra en este último efecto, la pérdida del ego, y desvela qué ocurre en el cerebro de aquellos que sienten no tener cuerpo. Para ello, los científicos analizaron neuroimágenes de los cerebros de 15 personas –experimentadas en el consumo de psicodélicos– bajo los efectos del LSD.

Los resultados indican que la disolución del ego ocurre debido a un incremento de la conectividad entre diferentes regiones del cerebro. “Sabemos que existe un pico de unas dos horas después de haber suministrado la dosis. Ese es el momento en que adquirimos las neuroimágenes”, explica a Sinc Enzo Tagliazucchi, investigador en el Instituto Holandés de Neurociencia, y uno de los autores de este estudio.

Las regiones cerebrales que presentaron mayor conectividad fueron las encargadas de las funciones superiores, responsables de la consciencia, la capacidad intelectual y el estado emocional, entre otras.

En particular, los investigadores encontraron un aumento de las conexiones entre las áreas sensoriales encargadas de recibir información acerca del mundo exterior, los lóbulos frontal y parietal –asociados a la conciencia del ‘yo’–, y el tálamo, el encargado de mandar lo estímulos sensoriales al córtex.

“Esto puede significar que el LSD fortalece el intercambio de información entre regiones cerebrales, refuerza el vínculo entre el sentido del ego y del entorno, y diluye los límites que marcan nuestra percepción como individuo”, comenta Tagliazucchi.

El trabajo también revela cambios en la funcionalidad del lóbulo anterior del córtex que puede estar vinculado con la sensación de no tener cuerpo que experimentan muchos individuos bajo el efecto del LSD.

Al contrario que los alucinógenos, el LSD no hace perder la noción de qué es real y qué no. “Las personas que experimentan cambios sensoriales bajo los efectos de este psicodélico tienen plena conciencia de que han consumido una sustancia que es la responsable de esos cambios”, indica a Sinc el experto.

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