Situación geográfica clara, situación política convulsa. Es el dilema al que siempre se han enfrentados los países de Latinoamérica, una tierra de colonias y orígenes indígenas, palidecida por el paso de las dictaduras. El mandato de muchos de estos dirigentes frenó durante años el mix de culturas diversas que encierra la tierra viva de Latinoamérica. Lo bueno del arte – malo para aquellos clichés sociales y políticos – es que es un arma incontrolable.
El museo Guggenheim de Nueva York da cabida este verano – desde el 13 de junio hasta los primeros días de octubre – una exhibición dedicada al arte procedente de Latinoamérica. “Under the same sun” ocupa varias salas en dos pisos del museo neoyorquino, reuniendo cincuenta piezas de artistas críticos con la expresión más tradicional del arte.
Pinturas, performances, vídeos, fotografías y dibujos son las recientes adquisiciones artísticas de esta institución. Bajo las directrices del mexicano Pablo León de la Barra, los autores nacidos en quince países latinoamericanos – aunque no residen en su país de origen – han tenido un mayor acceso a la gente gracias a esta exposición.
Under the same sun es presentada como uno de los mayores emprendimientos – referidos al arte de la región – realizados por el Guggenheim de Nueva York desde la década de los 60. La muestra es también la segunda parte de una trilogía de exhibiciones denominada “MAP Global Art Initiative”, que recibió el arte del Sudeste asiático el año pasado y se propone hacer lo mismo con el Oriente Medio y el norte de África en 2015. “Con esta colaboración sumamos una perspectiva cultural global a nuestra experiencia en mercados emergentes”, expresó Jürg Zeltner, el CEO de la Unión Banco Suizos que auspicia la exposición latinoamericana.
Bajo este techo multicultural, se resguardan artistas de distintas generaciones como los argentinos Amalia Pica, Marta Minujin, Carla Zaccagnini o David Lamelas; de los cuáles sólo Minujin vive en Buenos Aires. También los uruguayos Alejandro Cesarco y Luis Camnitzer con residencia en Nueva York, así como los chilenos Alfredo Jaar y Juan Downey, que pasaron buena parte de sus vidas en la ciudad de los rascacielos. El conjunto de brasileños y mexicanos son los que mayoritariamente permanecen en sus lugares de origen, por lo que estos dos países recibirán la exhibición en el MAM de San Pablo y en la colección Jumex de México.
La muestra recoge todo este crucigrama multicultural de los últimos 60 años. Así, nace un variado panorama actual con raíces en los 70 y 80, en la que conviven piezas opuestas: la herencia latinoamericana frente a las vertientes conceptuales actuales. El humor empapa muchas de las piezas de la exposición como en la videoperformance de David Lamelas, “El Dictador”; o el proyecto del venezolano Javier Téllez, “One Flew Over the Void (Bala Perdida)”, que muestra a un hombre bala que traspasa la frontera mexicana con los Estados Unidos.
Y es que no se debe limitar algo como el arte, que no conoce fronteras ni nacionalidades. Las convenciones artísticas son duras para aquellos autores que por razones geográficas o de minorías, no encuentran su espacio en la “farándula”. Un reflejo que dejó uno de los pintores de la muestra, el puertorriqueño Rafael Ferrer, con su juego de palabras “Artforhum” : “Art for whom?”, a colación de la prestigiosa revista Artforum. Muchas veces parece no haber nada nuevo under the same sun, pero la realidad es que todavía hay mucho talento sin denominar.
Sandra Sánchez Guerra