Una miríada de artistas simpatizó con el comunismo. Si alguna dictadura tuvo intelectuales que la respaldaron en el mundo fue el estalinismo. Jean-Paul Sartre, André Bretón, Diego Rivera o Pablo Neruda, que le escribió un poema a Stalin. También Paul Eluard, que escribió loas al mandatario. Algunos, poco a poco, se decepcionaron al ver los crímenes que cometía la dictadura.
América Latina también tiene su propia historia de creadores que apoyaron regímenes. La Revolución cubana alabada por escritores de la talla de Alejo Carpentier, Roberto Fernández Retamar o Lisandro Otero, entre varios otros, o por cantautores como Silvio Rodríguez. Otros casos en el continente: el cineasta Miguel Paulino Tato, que hizo de censor en la Argentina de Videla (polémico en ese país fue el almuerzo que sostuvo el militar con Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato) o ciertos artistas que hicieron de asesores en la Chile de Pinochet.
Venezuela no se queda atrás. Juan Vicente Gómez estuvo rodeado por Pedro Emilio Coll, José Gil Fortoul, Pedro Manuel Arcaya, César Zumeta o Pedro César Dominici, por ejemplo. Mario Suárez, Yolanda Moreno, Pedro Centeno Vallenilla y Vitelio Reyes también simpatizaron con Marcos Pérez Jiménez. La historia demuestra que el arte no siempre es antipoder.
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EL UNIVERSAL