La Orden es el Silencio fue el título con el cual Ipys Venezuela designó una rigurosa investigación que revela cómo funcionan los complejos mecanismos de la censura en el siglo XXI. La investigación se realizó con base en una encuesta aplicada a 225 periodistas y trabajadores de medios, para obtener, a partir de sus experiencias personales, datos acerca de cuáles son sus percepciones en torno a la censura y la autocensura en Venezuela.

Durante una video conferencia que se llevó a cabo a través del portal de la ONG, Marianela Balbi, directora ejecutiva de Ipys Venezuela, y Mariengracia Chirinos, coordinadora del proyecto, presentaron los resultados de este estudio, en el que se evidenció que 29% de los encuestados se autocensuraba.
“Cuando 29% de los encuestados considera que se han inhibido de desarrollar un contenido periodístico porque de todas maneras la empresa comunicacional para la que laboran no lo iba a divulgar, estamos reconociendo, lamentablemente, cómo se ha ido cediendo a las presiones propias de un periodismo escrutador para dar paso a un periodismo plano, complaciente y poco controversial”, dijo Balbi.

Lo alarmante de esta situación es que, según Chirinos, “el periodista está llegando al máximo eslabón de la censura, que es la autocensura”. El Estudio 2014 permite ver, en este sentido, cuál es el recorrido de la censura desde el Estado, pasando por las empresas y medios, hasta llegar al periodista, que se cohíbe frente a determinados temas o situaciones susceptibles de ser informados.

Así, pues, la censura se genera mediante sofisticadas estrategias, entre las cuales se cita en primer lugar la presión del Estado, a través del Poder Ejecutivo, que según los encuestados se lleva un 34%. A esto le siguen el Poder Judicial, el Poder Legislativo y el Poder Moral.

En otro orden, las presiones a los medios y a los periodistas vienen también de parte de actores no estatales, entre los cuales se pueden señalar a los grupos económicos privados, los grupos políticos independientes y grupos de delincuencia organizada.

Sin embargo, las percepciones de los periodistas consultados reflejaron que, aun cuando las mayores coerciones comunicacionales son promovidas por actores estatales, el propio medio de comunicación también se comporta como agente censor de la información, de tal manera que, al final, es el mismo periodista quien decide silenciarse.

Según Marianela Balbi, “este estudio nos permite tener un panorama del país que tenemos. Las órdenes y presiones directas e indirectas se han hecho cada vez más frecuentes, al punto de que se está afectando la independencia, la pluralidad, la calidad informativa y el derecho de los ciudadanos a saber, poniendo en riesgo incluso la seguridad de los periodistas y trabajadores de la prensa”.

54% de los encuestados consideró un riesgo las agresiones de calle ejercidas por parte de grupos de estudiantes, vecinos, colectivos comunitarios, manifestantes y/o grupos armados, así como los ataques a su integridad física con amenazas verbales y escritas. “Los periodistas se están inhibiendo de ejercer su labor debido a presiones externas e internas que los han llevado a sentir un riesgo”, explicó Balbi. Se han vuelto ya naturales las acciones coercitivas de grupos de poder estatales y no estatales, que están transformando a Venezuela en una sociedad desinformada, donde priva la opacidad y se ha comprometido la autonomía de sus instituciones, incluyendo aquellas que escrutan el poder”.

Por otra parte, Balbi advirtió que se ha desprestigiado y criminalizado el periodismo por el uso permanente de un discurso hostil y por el modo como se ha querido hacer creer que los periodistas y el periodismo son los responsables de los problemas sociales y políticos del país.Esto desvaloriza la función del periodismo como oficio que garantiza la denuncia, la información y la contraloría social, esenciales para la transparencia en una sociedad democrática.

“Resulta preocupante -dice el informe de Ipys Venezuela- que surjan evidencias que afiancen la percepción de que los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación sean parte de los conflictos sociopolíticos de Venezuela, aún por encima de las dificultades económicas, sociales y culturales”.

Por último, los periodistas Oscar Medina, Tamoa Calzadilla, Lisseth Boon, Ronny Rodríguez y Juan José Faría, quienes interactuaron durante el hangout, aportaron elementos basados en sus propias experiencias e hicieron énfasis en la importancia de la información para la ciudadanía. “Esto no es un asunto de los periodistas –dijo Tamoa Calzadilla-: en la medida en que la gente entienda que tiene derecho a saber, esta lucha tendrá sentido”. Boon, por su parte, opina que “el periodismo está en riesgo y las nuevas generaciones se están amoldando a prácticas que no son inherentes al oficio”.

Juan José Faría mostró su preocupación ante la idea de que “los nuevos periodistas están naturalizando la autocensura y censura en el trabajo periodístico” y Medina se muestra pesimista sobre el futuro del periodismo y el ejercicio en Venezuela. Coincide con Ronny Rodríguez en que la situación que han vivido los medios de comunicación en las regiones había sido hasta ahora muy diferente a la de los medios en Caracas, pero cada vez son más evidentes las presiones a periodistas y medios.

NOTA DE PRENSA

Comentarios de Facebook

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here