A los treinta…
Pero no sólo eso. Cuando está en el bar, mira a su alrededor y comprueba que él tiene 32 años y todos los demás 22, se le enciende una bombilla y piensa que ya tiene edad para otra cosa. Y en el caso de que no mencione el matrimonio no es porque no quiera comprometerse. Puede que esté muy a gusto contigo pero no tenga prisa.
En cualquier caso, a estas edades ellos suelen ser buenos compañeros, se conocen mejor a sí mismos y tienen la habilidad para anticiparse a lo que sientes y a tus necesidades.
¿A quién busca?
A alguien tan inteligente y atractiva como él y que tenga unos objetivos, valores e intereses parecidos. Y según apuntan los expertos, también añaden a su lista de deseos la carrera y el salario. Aunque la idea de establecerse con alguien de forma oficial le ronda por la cabeza, huirá de aquellas que le presionen: como la mujer cazamarido o la desesperada por el reloj biológico.
¿Cuál es su estilo en la cama?
Puede que en su carnet de identidad quede claro que ya no es un niño, pero su libido dice lo contrario. Según Barbara Keesling: “un hombre de unos treinta años es realmente libidinoso y sexualmente muy activo“.
¿Las ventajas de la edad?
Se preocupará por su salud y su forma física, irá al gimnasio, cuidará su imagen, intentará no fumar tanto y beber menos alcohol.
¿Los inconvenientes?
El estrés laboral y la presión de una relación seria puede pasarle factura en el dormitorio. Quizás ya no se excite tan rápido como antes. Dale tiempo.
