Todo cambió vertiginosamente en la vida de Rubén Limardo desde aquel 1º de agosto de 2012. Ese día, en la pedana principal de la North Greenwich Arena de Londres, cumplió el sueño que desde los 13 años comenzó a tejer con su madre Nury Gascón y su tío y Ruperto. El triunfo 15-10 sobre el noruego Bartosz Piasecki lo metió en la historia del deporte como el segundo medallista de oro venezolano en juegos olímpicos y apenas el segundo espadista de América en subir a lo más alto del podio en 108 años.

El nombre del bolivarense se convirtió en sinónimo de lucha, de batallar contra todos los obstáculos, incluyendo una fractura en la mano derecha a los 14 años que lo obligó a convertirse en un tirador zurdo indescifrable. Tras la resonante conquista en Londres se multiplicaron por miles sus seguidores en las redes sociales, y recibió de la mano del fallecido presidente Hugo Chávez uno de los honores más grandes que el país reserva a sus héroes: la réplica de la espada del Libertador Simón Bolívar.

Elegido por votación popular como el abanderado de la delegación nacional para Río, Rubenoski, como lo apodan sus amigos, sabe que todo el país estará pendiente de su actuación el 9 de agosto, cuando combatirá por más gloria en la Arena Carioca. “Ser abanderado es una gran responsabilidad, porque muchos tienen la mirada puesta en Rubén Limardo. Son los momentos en los que los grandes atletas tienen que salir adelante. Voy a defender el oro con todo el corazón. Lo que más deseo es repetir el triunfo”, asegura el doble medallista dorado en los Panamericanos de Toronto 2015 en espada individual y por equipo.

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