En Chirica Vieja una señora avisa que se acabaron los c. Lo escribió grande y legible en una cartulina blanca que sostiene en medio de una tranca en la vía Upata.

En Fronteras de Guaiparo, a 13 kilómetros de la última protesta, una muchacha está indignada. Ya no manda a su hija a la escuela porque no tiene para darle de comer. “No queremos más colas, queremos comida, por favor”, se lee en una pancarta en la que dibujó unos niños, un paquete de arroz y la palabra paz.

Otros vecinos de Angosturita 1, 2 y 3 en San Félix, escribieron hay hambre en un cartón colocado sobre los palos y ramos en el distribuidor, punto de la última tranca en reclamo de alimentos.

Al otro lado de la ciudad, en Puerto Ordaz, Gino Rosales, un abuelo residenciado en La Churuata, se pregunta si Nicolás Maduro “nos dejará morir de hambre”. Es su reflexión después de dos meses y casi tres semanas en cola para comprar dos paquetes de harina de maíz.

Son todas fotografías de los últimos tres días de esta semana, en la que la protesta social ha aumentado por el desabastecimiento. Solo del 15 de mayo al 15 de junio, en Ciudad Guayana se han registrado 13 sucesos vinculados con la escasez de alimentos básicos, según la cobertura del equipo de Correo del Caroní.

Los hechos se clasifican en: tres llamados vecinales a las autoridades solicitando bolsas de comida, cinco protestas (cuatro de ellas con cierre de calles) exigiendo lo propio, tres saqueos de camiones con alimentos y dos conatos de violencia fuera de establecimientos comerciales privados, controlados por la Guardia Nacional (GN).

El intervalo entre una protesta y otra ha disminuido, multiplicando el número de trancas y manifestaciones de calle. ¿La diferencia con respecto con 2015? La desaparición de la comida.

En ese mismo período, otros sectores como los profesores universitarios también se han sumado a los reclamos. El 8 de junio los universitarios marcharon y comparaban en letreros el salario con el precio de los alimentos. “Es una burla ese aumento que nos dieron que no da ni para comprar un pollo.

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EL CORREO DEL CARONÍ

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