La era de los regímenes socialistas extremos está llegando a su fin en todo el continente. Así como se fueron apoderando de un número cada vez mayor de gobiernos, de esa misma forma en este momento están cayendo, cual castillos de naipes.
La derrota electoral del kirchnerismo argentino, el revés en el referendo sobre la reelección de Evo Morales en Bolivia, el juicio que ha expulsado a Dilma Rousseff del poder en Brasil, la inteligente decisión de Rafael Correa de no competir por un nuevo período presidencial dan muestra que el discurso revanchista está llegando a su final.
¿Y Venezuela? Nuestro país no escapa de esto. Desde el 2010 el oficialismo viene el declive.
La victoria parlamentaria del 2010, los sucesivos resultados presidenciales del 2012 y 2013, dan evidencia del deterioro de las fuerzas gubernamentales.
A pesar del triunfo rojo en el 2012, los números no poseían las misma dimensiones que en el 2006 o en el 2000. Ya en el 2013 aún quedan muchas dudas con relación al tema de la presunta victoria de Nicolás Maduro, mas lo que sí es innegable es el estrecho margen entre éste y el candidato de la Unidad.
En las legislativas del 2015 la paliza que las fuerzas unitarias le propinaron a las oficialistas fue épica; y en el hoy y en el ahora observamos como las encuestas y las calles de Venezuela describen el paupérrimo desastre que vive gobierno, ya completamente huérfano de apoyo social.
En la mejor medición Maduro aparece con un 24% de apoyo, mientras que los factores de la Unidad en la más baja de las encuesta luce con más del 70% de los respaldos de la opinión pública.
Esta es una de las principales razones por la cual el Ejecutivo nacional rehuye, cual ladrón de esquina, a la celebración del Referendo Revocatorio.
Ellos saben, y esto le atemoriza, que no pueden ganar ni una junta de condominio, ni una elección de Consejo Comunal. Por este motivo colocan frenos, obstáculos y aplican estrategias dilatorias para evitar que los venezolanos decidan, a través del revocatorio, el destino de la nación.
A pesar de esto el fin está cerca. El sistema político basado en el odio, la retaliación, la deshumanización mediante la colectivización de la sociedad, está feneciendo.
Uno de los rasgos fundamentales del fin de esta era, lo simbolizó un banal desfile de moda. Sí, desde el punto de vista ideológico, todo está perdido para un modelo y sus representantes que observan que en su referencia histórica, “moral” y política sucumbe ante una de los sectores más capitalistas del mundo: La alta costura.
Cuando las calles de La Habana funcionaron como pasarela para que representantes del más puro capitalismo la usarán, representó la agonía de los ideales de izquierda radical que en este momento sucumbe moral, política y económicamente.
Su tiempo se acabó y ellos lo saben. Lo que estamos observando en Venezuela son las últimas pataletas de un ahogado.