Las persistentes andanadas propagandísticas, que dibujan a todo el ejército como si se tratara de un exclusivo brazo de la revolución, no encuentran cómo explicar que el cabecilla del próximo “golpe de Estado” contra Maduro (que ya tiene fecha, el 15 de mayo) es el mayor general Hebert García Plaza, ministro de Transporte hasta hace unos meses y muy cercano al “comandante supremo”, con quien compartía juegos de béisbol. Luisa Ortega, fiscal general de la república, informó ayer que se lo está buscando por las acusaciones de corrupción.

Daniel Lozano / Diario La Nación de Argentina

Así de confusa está la situación en los cuarteles, en los que el chavismo exige absoluta fidelidad revolucionaria. La fotografía de un miembro de la Guardia Nacional firmando contra Maduro en Mérida se hizo viral, para enfado oficialista.

“Los efectivos militares tienen prohibida la manifestación de voluntad”, señaló Jorge Rodríguez, jefe del comando anti-firmas, lo que contrasta con la recolección de apoyos en todos los cuarteles realizada por el chavismo contra el decreto de Obama que calificaba a Venezuela como una amenaza. Sin olvidar las constantes demostraciones de fe revolucionaria de la actual cúpula, liderada por Padrino.

Varios agentes de policía, así como algún empleado público, han denunciado que han sido sancionados por el firmazo. También se asegura que se busca al militar de Mérida, “pero es algo que viola la Constitución, desde que tienen derecho a voto también pueden realizar estas demostraciones de voluntad”, se queja Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional.

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LA NACIÓN

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