Las recientes elecciones en el Perú reafirman la voluntad democrática de América Latina en el compromiso del acceso al poder solo por la vía electoral y con el pleno funcionamiento de los partidos políticos. La Constitución peruana establece la doble vuelta, por eso la presidencia de la República se definirá entre Keiko Fujimori Higuchi y Pedro Pablo Kuczynski. El 39,46% de los sufragios le garantizan la posibilidad del triunfo definitivo a la señora Fujimori, además de su juventud y por ser mujer, lo cual puede canalizar el voto femenino, sin embargo los peruanos no olvidan los 10 años de gobierno de Alberto Fujimori con la violación de Derechos Humanos y el desconocimiento del Congreso Nacional, a pesar de su éxito económico y del aniquilamiento de la guerrilla del “Sendero Luminoso”.
Keiko así como tiene un gran respaldo también concentra un gran rechazo por la herencia de su padre expresidente, sin embargo en la campaña electoral tuvo un discurso moderado con un proyecto de cambio paulatino y la oferta de un relevo generacional, tratando de garantizar sus diferencias con el proyecto político de su padre Alberto Fujimori. Este cumple 25 años de prisión por los delitos sancionados en la ley peruana pero también por violaciones al nuevo Derecho Penal Internacional, su hija ha condenado los errores de su padre y ha ofrecido que no se vuelva a ocurrir, además se ha rodeado de gente nueva alejada del fujimorismo pero por supuesto sin dejar de insistir en los logros obtenidos en la Presidencia de 1990 al 2000 por su padre.

Modelo
El candidato Kuczynski insiste en la condena a la herencia y a la presencia de los Fujimori aun cuando este candidato en el 2011 apoyo a Keiko cuando ésta se enfrentó en la segunda vuelta a Ollanta Humala. Como en Argentina, Venezuela y Bolivia donde en los procesos electorales se dejó de lado el proyecto del socialismo del siglo XXI, en Perú igualmente todas las opciones de izquierda y especialmente la que representaba Verónika Mendoza quedaron fuera de toda posibilidad para la Presidencia. Pareciera que el continente busca al centro de la política latinoamericana sin caer en los populismos de derecha o de izquierda. El modelo cubano perdió sus encantos y su romanticismo, ahora cuando con un sentido más pragmático que Fidel, Raúl Castro optó por el acercamiento y el pleno restablecimiento de las relaciones económicas, políticas y diplomáticas con Washington. Ya la Unión Soviética por la caída del Muro de Berlín y el fin del comunismo demostró lo inviable que era el modelo marxista–leninista. En el caso de Perú, los dos aspirantes a la presidencia presentan un modelo económico y político enmarcado en lo que hoy se llama Estado Social y de Derecho, es decir, respeto a la democracia liberal pero de ocupación prosocial. Como lo señalaba el periódico “El Comercio” de Lima en su editorial “Ahora el reto es un Perú para todos”, porque se trata de la cuarta elección consecutiva en democracia y donde se aceptó la transparencia electoral, porque ninguno de los candidatos ha objetado los resultados y esto converge en un consenso en el Perú a torno a su democracia y sus instituciones.

Gobernar mejor
Tanto Keiko Fujimori como Pedro Pablo Kuczynski tienen cinco años por delante para demostrar gobernar mejor que como lo hizo Humala a quien se le atribuyen también logros pero muchas deficiencias y por supuesto cerrar el negro expediente antidemocrático del gobierno de Alberto Fujimori. Caso contrario tenían razón los candidatos antisistema que promovían un modelo distinto como Verónika Mendoza, Gregorio Santos y Alfredo Barnechea. El 70% de los peruanos en esta primera vuelta votaron por la democracia, por la propiedad privada, por la separación de poderes, por la libre empresa pero también por mayor justicia social especialmente, a los sectores más necesitados.
La humillación de Alan García después de haber sido dos veces presidente del Perú y el intento fracasado de Alejandro Toledo en reelegirse, demuestra una vez más lo impopular y lo inconveniente de las reelecciones presidenciales en América Latina, por eso la lección que el pueblo boliviano le dio a Evo Morales y la prudencia que mantiene el presidente Correa en este tema. Alan García incluso renunció inmediatamente a la presidencia del partido aprista, dejando paso a un proceso de renovación interna pero otra lección también es para las esposas de los presidentes porque en el caso del Perú, la Primera Dama, Nadine Heredia no solo ha tenido una injerencia permanente en las funciones propias de su esposo presidente sino que inclusive trató de ser la abanderada del Partido Nacionalista Peruano utilizando los recursos y el ventajismo propio del Gobierno, afortunadamente esto no se concretó y el presidente Humala no cayó en esa tentación. Incluso se le vinculó a ella con un escándalo que motivó la salida del embajador del Perú en Venezuela, Luis Raygada.

jcpineda01@gmail.com

EL UNIVERSAL

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