Lloras, te emborrachas, duermes poco y repites el proceso eternamente. Esa es básicamente la rutina cuando recién has terminado una relación importante. Tu almohada ya parece una esponja de tantas lágrimas que has dejado y tus amigos, aunque no te lo digan, ya están hasta la coronilla de tus lloriqueos.

Terminar una relación a largo plazo puede ser un proceso doloroso, pero no es el fin del mundo- aunque así lo parezca-. Ansiedad, depresión e inseguridad pueden ser algunos de los efectos psicológicos y neurológicos que puede tener una ruptura. Sin embargo, este artículo te puede servir para tomar con mayor tranquilidad una separación tormentosa. El psicólogo clínico y especialista en terapia de parejas, Javier Rodríguez, asegura que no todas las rupturas son iguales. Dependen mucho de la intensidad de la relación, así como del tiempo que la pareja estuvo junta. Pero además de esto, existe otro factor importantísimo que puede hacer que una relación que termina pase de ser una tristeza leve y necesaria a un verdadero martirio. “Depende mucho del tipo de apego que tenga la persona hacia su pareja”, afirma Rodríguez.

EL COMERCIO

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